El patio es un sinónimo de diversión. Un lugar donde ocurren cosas extraordinarias. Fiesta y juego se suelen entremezclar en el espacio que anoche ocupó Pablo López para mostrar algunos retales musicales de una discografía en alza. Sí. El andaluz enseñó en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife un catálogo que recibió las bendiciones de los espectadores que abarrotaron el recinto cultural capitalino.

Pequeños, jóvenes y mayores vibraron (ellas y ellos) durante más de dos horas con un artista que solo se despegó del piano para intercambiar mensajes con unos espectadores que no cesaron de regalarle piropos durante toda la velada. Incluso, cuando los créditos del espectáculo estaban a punto de aparecer, una voz femenina gritó: "Pablo, te invito a un guachinche". El músico se quedó petrificado. Pensó que era un combinado que debía probar, pero reaccionó bien. "Ahora te respondo", contestó cuando ya se había descalzado. Y es que el artista tiene cierta fijación a desprenderse de sus zapatos en Tenerife. Lo hizo la primera vez que cantó en la Isla ante unas personas y lo repitió ayer ante unas pocas más. "Aquí siempre me han tratado muy bien, pero esto no es normal", agradeció.

Todo empezó con "El camino". No fue necesario que pasara algo sobrenatural para que los asistentes se entregaran a un invitado que vino con sorpresa. Ocurrió cuando la escaleta ya doblaba en dirección a la segunda parte: en el saco habían caído canciones como "El niño", "Vi", "El patio", "El incendio", "El teléfono", "Dos palabras", "Hijos del verbo" y "Trece". Pablo había contado un montón de anécdotas y se detuvo en el gato de su hermano Luis.

Mientras en el fondo del escenario se dibujaba la silueta de un felino, López confesó que el otro día se había cruzado con una tinerfeña en Vitoria que cantaba muy bien. "Casualmente hoy está por aquí, y si ustedes quieren la invitamos a que cante un ratito conmigo". Los presentes replicaron con un sí atronador y junto al piano apareció Ana Guerra. La finalista de "Operación Triunfo" fue lo único inesperado de una cita repleta de diversión, emociones y música.