Roger Milla (Yaoundé, Camerún, 1952) estaba casi retirado cuando recibió una llamada en 1990 del ministro de Deportes de Camerún, Joseph Joffe, que ordenó al seleccionador Valery Nepomniachi la inclusión del delantero entre los 22 elegidos para la cita mundialista en Italia con el objetivo de "salvaguardar los intereses de la nación". Fuera de forma y con las reservas propias del futbolista que ya se ve camino de la jubilación, aceptó con una condición: entrar siempre desde el banquillo.

Él se veía para ayudar. "A mi edad estoy sano. No bebo, no fumo y no hago ningún exceso", había dicho. En el primero jugó solo nueve minutos. Camerún ya ganaba 0-1 a Argentina (gol de Oman Biyik). Pero en el segundo, saltó al terreno de juego en el 59 sustituyendo a Maboang y marcó los dos goles de su país a Rumanía (2-1). Clasificada matemáticamente para octavos, la selección africana se dejó ir ante la URSS (0-4) para preparar el duelo de octavos ante la Colombia de Higuita, Leonel Álvarez, Valderrama y compañía. Entrando desde el banquillo, fue capaz de marcar los dos goles de su equipo.

En uno de ellos, arrebatándole el balón al meta cafetero, que había salido hasta medio campo en una de sus clásicas y arriesgadas conducciones. La acción quedó como una de las míticas de los Mundiales. Y la celebración, con su baile en el banderín de córner, también. Camerún no pasaría de cuartos (cayó ante Inglaterra 3-2), pero Roger Milla había entrado en el olimpo futbolístico.

Había decidido retirarse después de Italia 90, pero tal fue el eco de su éxito que empezaron a lloverle ofertas para que prolongara su carrera. Ya en febrero de 1991, Inglaterra invitó a Camerún a disputar un amistoso en Wembley. Solo impuso una condición: tenía que jugar Milla. A cambio de unos 5.000 euros volvió de su retiro. No fue la única vez porque en 1994 fue reclamado de nuevo para participar en el Mundial de Estados Unidos. Allí, con 42 años, se convirtió en el jugador de campo más veterano en participar en la cita más importante del fútbol.

Ante Rusia (6-1) disputó un partido que pasó a la historia por dos razones: Oleg Salenko marcó cinco tantos y Milla hizo uno, pero el del futbolista de mayor edad en una Copa del Mundo. El africano que más goles ha metido en los Mundiales (5) jugó ese día su partido 102 con Camerún y anotó su gol número 28. Aquel 28 de junio en San Francisco habían pasado ya más de 22 años desde su estreno mundialista, que se produjo de forma discreta en España''82. Desde entonces, dio el salto a Francia e inició un peregrinar por Valenciennes, AS Monaco, Bastia, Saint Etienne y Montpellier sin llegar a triunfar del todo. El éxito, cosas del fútbol, le llegó a los 38 años.