Los informes periciales dados a conocer ayer en la primera jornada del juicio por el crimen de agosto del año pasado en El Draguillo (Santa Cruz de Tenerife) desmontan la versión ofrecida por el abogado defensor del acusado, Andrés H.O.. El letrado pide la absolución del presunto asesino y apunta como causa de la muerte el incendio, que sorprendió a la joven en un profundo estado de inconsciencia dado que ambos consumieron una importante cantidad de drogas. El fallecimiento, según su punto de vista, fue accidental, por asfixia y debido a las quemaduras. Las heridas tenían su origen en los intentos de su pareja por evitar que fuera víctima de las llamas, según la defensa.

Los peritos explicaron que los niveles de monóxido de carbono apenas se corresponden al de una persona fumadora y las quemaduras son posteriores a la muerte. Aunque la joven consumió alcohol, heroína, cánnabis, metadona y cocaína, e ingirió ansiolíticos y antipsicóticos, previsiblemente ninguna de estas sustancias desencadenó una sobredosis. Tan sólo habría dado lugar a que no pudiera defenderse de los golpes o del fuego.

Lo que sí originó la defunción, según los peritos, fue la agresión sufrida que se concretó en la rotura del hígado, edema pulmonar agudo, diversas fracturas en las costillas hasta el punto de producir el hundimiento del tórax y politraumatismos. El resultado fue una muerte agónica y de gran sufrimiento, apenas mitigada por el efecto de las drogas y de las pastillas sedantes. La conclusión de los peritos, por lo tanto, es que "claramente" las "innumerables" lesiones fueron causadas cuando la mujer estaba viva y que ni siquiera hay evidencias de que se pudiera defender. La muerte tuvo lugar entre las seis de la tarde y las doce de la noche del 4 de agosto, aunque la Policía no acudió al lugar hasta la mañana siguiente. La casa que la pareja ocupaba desde hacía una semana presentaba un gran desorden y sobre el suelo estaba el cuerpo de la mujer desnudo y boca arriba. Las heridas, alguna de las cuales medía ocho centímetros, tienen su origen en lo que podía ser un elemento no muy afilado como un destornillador; los golpes se sospecha que fueron causados con las varillas de la cama y objetos con forma redondeada, y que además fue víctima de un estrangulamiento. Los peritos calificaron de "masacre" el estado en el que estaba el cadáver, con una mordida humana reciente y una cicatriz en la muñeca de lo que podría ser un antiguo intento de suicidio. El abogado defensor, sin embargo, mantiene que el fuego se produjo al caer alguna de las velas que usaban para iluminar la casa. Asegura que cuando su defendido se despertó intentó llevar a su compañera fuera de la casa. Dice que la muerte fue accidental, el procesado es inocente e, incluso, solicita que sea indemnizado por el tiempo que ha estado en prisión. Otra prueba de que no es culpable sería que la corpulencia de la mujer es superior a la del acusado y resultaría "imposible" que la golpeara. La Fiscalía y el Instituto Canario de Igualdad sostienen que se está ante un asesinato de violencia de género. El Ministerio Público solicita 23 años de cárcel y la otra acusación lo eleva a 25, a lo que se sumaría una indemnización de 200.000 euros a los familiares de la mujer. Andrés fue condenado un año antes por agredir a otra mujer.