El juicio por la muerte de una mujer el año pasado en el barrio santacrucero de El Draguillo enfiló ayer su última jornada a falta de que previsiblemente hoy el jurado haga público su veredicto. La mañana estuvo dedicada a escuchar la declaración del imputado, Andrés H. O., y los testimonios de los policías y personal sanitario que acudieron al lugar aquel 5 de agosto y de vecinos y familiares.

La Fiscalía, acusación particular y defensa expusieron sus conclusiones finales, que son casi idénticas a las expresadas en un primer momento. El Ministerio Público y el Instituto Canario de Igualdad sostienen que se está ante un crimen de violencia de género y piden 23 y 25 años de cárcel respectivamente y 200.000 euros de indemnización a los herederos de la víctima. La defensa sigue argumentando que es una muerte accidental y que el acusado es inocente.

Los policías coincidieron en señalar que a primera hora de aquel día recibieron una llamada alertando de que un hombre decía que su pareja estaba ensangrentada y no reaccionaba. Los agentes encontraron al acusado muy nervioso y decidieron esposarlo en cuanto el personal sanitario mostró sus sospechas de que las causas del fallecimiento no eran naturales.

"A esta mujer la molieron a muerte", fue la conclusión que sacó uno de los inspectores en cuanto vio el cuerpo de la joven con tan solo unos calcetines, la cara ensangrentada y en medio de un absoluto desorden y suciedad. En las paredes y suelo había manchas de sangre. Aunque el inspector está acostumbrado a enfrentarse a escenas de crímenes, en este caso quedó especialmente impresionado.

El argumento de la defensa es que la víctima murió a causa del incendio que se originó en la casa, pero lo cierto es que ni siquiera hizo falta llamar a los bomberos y tampoco se llegó a incluir en el informe policial. El fuego apenas había afectado al colchón y a un montón de ropa pero poco más; se podía respirar y el joven no presentaba ningún tipo de quemadura, sino tan sólo heridas en los nudillos de los dedos.

"Estaba lúcido y sabía lo que decía", señaló un agente que primero llegó al lugar. No recordaba nada del día anterior excepto que habían consumido gran cantidad de droga y alcohol y que tuvo una discusión muy fuerte con su pareja.

A la policía le llamó la atención que una varillas de la cama habían sido rotas con fuerza en lo que luego se sospecha que se convirtió en un arma homicida.