Atiende la llamada de EL DÍA nada más aterrizar en Tenerife, en una Isla que conoce bien por su larga trayectoria artística y a la que vuelve para poner en escena "Prefiero que seamos amigos", una obra teatral en clave de humor que anoche se puso en escena en el Guimerá. "Sé que este es un público cariñoso que sabe valorar el trabajo que hacemos", señala María Dolores González Flores (1958) en relación a un proyecto que hoy, a partir de las 20:30 horas, se representa en el mismo espacio cultural capitalino. Hija de Antonio González, "El Pescaílla" y de Lola Flores, "La Faraona", Lolita tiene claro que este es un oficio en el que "nunca dejas de aprender cosas... Si no fuera así, me habría ido a casa hace mucho tiempo. El teatro tiene una magia especial que solo se puede explicar a partir de lo que puede llegar a sentir un actor o una actriz cuando pisa un escenario", reconoce la madrileña.

¿Qué tiene el apellido Flores para ser tan querido por el público?

Tiene la tradición de un trabajo bien hecho durante muchos años y, sobre todo, el cariño del público. El apellido Flores transmite verdad; no hay ningún secreto... La gente sabe valorar la sinceridad y cuando hay naturalidad esa afectividad es recíproca.

¿Y también esa sensación de que hay que retirarse cerca de los escenarios?

Yo no me planteo ni la muerte ni la retirada (ríe)... Sí, seguir disfrutando cada momento que me ofrece una profesión a la que estoy muy agradecida.

¿En qué faceta artística está más cómoda?

En aquella que me permite dar a conocer algo de mí a los espectadores, es decir, cantando, en un escenario o presentando "Tu cara me suena". Los tiempos de exposición los marca cada artista y es bueno estar activo y tener varios frentes abiertos. Tú, por ejemplo, te podrías plantear compaginar el oficio de periodista y escribir un libro sin que esas dos facetas porque existen lazos comunes.

¿Sé nota la competencia que se genera a partir de los jóvenes que vienen empujando desde abajo?

Eso es ley de vida, pero yo no le presto mucha atención a ese tipo de cuestiones. Lo importante es ilusionarse con el trabajo y ofrecer lo mejor de ti en cada proyecto. Yo me encontré en "Prefiero que seamos amigos" con una aventura fantástica magistralmente dirigida y en la que cuento con un compañero de reparto (Luis Mottola) extraordinario.

La ilusión es fundamental para "sobrevivir" en la escena, ¿no?

Es clave para todo en la vida. Sin ella es muy complicado levantarse cada día para afrontar retos como este. Si sigo en esto es porque aún hay motivos que me impulsan a continuar aprendiendo cosas. No es bueno creer que ya lo sabes todo porque siempre encuentras algo que te sorprende, un instante que nuevo que sumas a tu vida.

Dicen que el teatro vive en una crisis casi permanente, pero es evidente que para muchos es una válvula de escape para apartar los problemas.

Yo no sé cómo les irá a otros, pero la obra con la que llegamos a Tenerife ha sido muy bien recibida por el público. La taquilla ha funcionado y por fortuna no hemos sentido los efectos de la crisis. Además, es una trama que conecta muy bien con la gente que viene al teatro porque plantea unas cuestiones que están en el día a día de cualquier persona pero contadas de una manera muy divertida.

¿Cómo explica lo que sucede a su alrededor cada vez que sube a un escenario?

A partir de una complicidad muy sencilla de detectar entre las personas que están en el escenario y las que están en el patio de butacas o en un palco. Es mágico. Nada de lo que ocurre ahí dentro se da en más de una ocasión, es decir, no hay dos funciones iguales. Siempre existe algún detalle que aporta algo diferente.

¿Qué es lo más satisfactorio de ese cara a cara con el público?

¿Además de tratar de sorprenderlo en cada función? Todos los públicos son distintos. Hay puntos de unión entre ellos, pero en cada ciudad la gente responde de una forma u otra. Sé que este es un público cariñoso que sabe valorar el trabajo que hacemos. Lo conozco de otras visitas y estoy convencida de que va a disfrutar con una obra que describe momentos de felicidad, a pesar de que toca cuestiones que no siempre son agradables para una mujer.

Una sentencia tan sencilla como "Prefiero que seamos amigos" se puede convertir en el principio o el fin de algo. Lolita y Luis Mottola se enfrenta a esa tesitura en la función que anoche se puso en escena en el teatro Guimerá de esta capital. "Esta es una obra que transmite diversión", declaró la hija de Lola Flores en una breve conversación telefónica que se produjo antes de un estreno que dejó un buen sabor de boca a los asistentes. Ese instante en el que tu historia de amor se desvanece para evolucionar a la categoría de amistad -un "happy ending" en toda regla- es el nudo central de un cara a cara que edifica secuencias emocionales que se mueven durante casi una hora y media entre dos extremos opuestos. "Ya llevo unos cuantos años en el teatro y, sinceramente, me lo estoy pasando muy bien... Con lo complicado que está trabajar, lo de menos es dónde lo hagas... Soy feliz con este proyecto", sostiene uno de los pilares de una aventura creada para un público mayor de 14 años. Encasillada en la típica comedia de perfil francés (texto de Laurent Ruquier), esta versión madura a partir del binomio formado por Tamzin Townsend y Chema Rodríguez-Calderón. Un sofá, pues, es un elemento que puede generar un desenfreno pasional o un acomodo a un par de amigos que comparten una pizza.