El ombligo se hincha de tal manera que no deja ver los pies, la soberbia ciega la realidad que desenfoca lo verdadero, la vanidad culpa a los demás de la ineptitud personal y así se desenvuelve la historia del querer y no poder; del trompo que girando continuamente en sí mismo no resuelve nada, lo complica todo, busca la crispación constante para entretener al personal en una estudiada táctica electoral y, mientras tanto, los problemas no solo se mantienen, sino que se magnifican y en muchos casos se pudren porque no se resuelven. El novelista francés Balzac ya lo decía: "Hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir"; el personalismo ha infectado la toma de decisiones en Tenerife y así nos va, decayendo, perdiendo peso regional, competitividad económica y desgraciadamente calidad de vida, bienestar social. Buscar enemigos es el "truco del almendruco", a saber, el método simple y fácil de llegar a la resolución de algún problema, también la táctica del mediocre que al no poder o no saber resolver las cuestiones que se le presentan, se fija en los demás para esconder su incompetencia. Es el arquetipo que refleja Abraham Lincoln en su conocida frase: "Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo".

Lo he repetido innumerables veces y no me cansaré de decirlo: "La mejor manera de terminar una obra es empezarla", así de sencillo para su cumplimiento y difícil para su puesta en marcha en Tenerife, porque no hay gestión pública eficiente que lo haga posible; el poeta alemán Goethe tenía una cita que resume lo que decimos: "Lo que no se inicia hoy nunca se termina mañana". Ante tanta indolencia por resolver, nos queda la utilidad de la repetición en la exigencia de que se ejecuten las obras de carreteras que la Isla necesita, la sociedad demanda y la economía exige; por lo menos para que, si tienen vergüenza, hagan algo. Venimos repitiendo desde hace décadas que el Aeropuerto Tenerife Sur necesita una segunda pista, es una reivindicación estratégica para una infraestructura competitiva para asegurar la conectividad de la Isla; ahora el consejero de Obras Públicas del Gobierno autónomo está emperrado en que el aeropuerto de su querida isla Gran Canaria tenga la tercera pista y el presidente del Cabildo de Lanzarote ya ha encargado un estudio para un nuevo aeropuerto en la Isla que reemplace al actual; como se puede observar, por todos lados se mueven, se revuelven y seguro que conseguirán lo que se proponen, ya lo han hecho otras veces, en cambio en Tenerife, como dice el refrán, "camarón que se duerme se lo lleva la corriente", por eso el que avisa gana tiempo, alerta y diligentes.

Las carreteras no son un fin en sí mismo, son un medio para que un territorio determinado pueda tener un alto nivel de desarrollo, no es un capricho, ni un beneficio para unos cuantos, como algunas veces se intenta vender maliciosamente, es un servicio público que funciona 24 horas los 365 días del año; son imprescindibles para la cohesión territorial, para el desenvolvimiento económico y principalmente para la convivencia social. Cuando no están, se nota; cuando son deficientes o escasas, significa que no hay administradores competentes, preparados, con visión de servicio. Hay que poner orden en las prioridades, cordura para ser operativos, acción para convertirse en competitivos. Se lo vamos a decir más claro, por si no lo entienden, porque algunos la sesera la tienen bastante dura, déjense de tanta majadería en cuanto a planes de movilidad, que, por cierto, nos tienen bastante mareados y empiecen de una vez las obras de carreteras que hay que ejecutar; hagan caso a Chesterton: "Si de verdad vale la pena hacer algo, vale la pena hacerlo a toda costa".

En cuanto al colapso viario y caos circulatorio en Tenerife, todos estamos en peligro, expuestos a quedar denigrados, cada mañana nos levantamos sobresaltados esperando que la mano acusadora del "Gran Hermano" nos señale como responsables de las colas, es un sinvivir, chiquita responsabilidad si nos acusan; ya han pasado por esa tremebunda circunstancia la Universidad de La Laguna, el Hospital Universitario, los irresponsables e insolidarios ciudadanos que vienen solos en su coche, los que no cogen la guagua, los alcaldes díscolos del Norte de Tenerife, los coches de alquiler, los que se atreven a pensar de manera diferente, en fin, absolutamente todos somos culpables; no vaya a ser que alguien pueda pensar que los que cobran buenos sueldos y ocupan cargos públicos para arreglar estos temas encima tengan que solucionarlos, eso sería mucho pedir.

*Presidente de Fepeco