Lo que no consiguió ningún rival de todo el mundo con los que se enfrentó a lo largo de sus casi veinte años de una carrera triunfal como boxeador que lo llevó a ser dos veces campeón del mundo, lo ha logrado el desinterés con el que se ha encontrado el tinerfeño Miguel Velázquez en su Isla de nacimiento. El que puede ser considerado el principal deportista nacido en Canarias ha decidido decir adiós a Tenerife y regresar de nuevo a Madrid.

Hace 14 años llegó desde la capital de España atraído por una serie de promesas para poner en marcha la Escuela Insular de Boxeo. El proyecto no se convirtió en realidad, aunque al menos para compensarle fue nombrado director general de proyectos deportivos en el pabellón de La Hamburguesa.

Posteriormente se prejubiló y desde entonces ha visto cómo nadie parece tener interés en contar con una experiencia única en este deporte. Los desacuerdos con la Federación Tinerfeña de Boxeo han sido públicos, notorios y además inexplicables. Resulta muy complicado entender que no se quiera contar con alguien de su talla y preparación. Y más aún cuando este deporte, que en su momento llegó a tener casi tanta importancia en Tenerife como el fútbol, no atraviesa sus mejores momentos.

Prueba de sus triunfos es que ha sido distinguido con la Real Orden al Mérito Deportivo por S. M. el Rey Juan Carlos I, además de poseer una medalla de oro y dos de plata por distinciones del Consejo Superior de Deportes. En febrero de 2006, la Fundación Canaria de Acción Social, organizó un homenaje con una gran velada televisada en directo desde Santa Cruz para toda España, y en abril de 2013 el Cabildo de Tenerife le nombró Hijo Ilustre de la Isla.

En 2015 el Ayuntamiento de la capital tinerfeña puso a su nombre una céntrica plaza en pleno corazón de Cabo Llanos. Todo ello para reconocer una carrera que le alzó a los títulos de campeón militar del mundo, campeón de España, de Europa y del mundo como profesional. Inexplicable resulta que aún no se le haya concedido el Premio Canarias de Deportes, cuya dotación económica servirá para compensar la exigua pensión con la que se tuvo que conformar tras su jubilación.

Hace algunos meses salió publicado un libro sobre su vida titulado: "Miguel Velázquez, biografía de campeón mundial. El coraje de una generación", en el que se hacía un repaso a una vida única marcada por la voluntad de salir adelante y triunfar, pese a las enormes dificultades y obstáculos a los que tuvo que hacer frente.

Antes de marchar, Velázquez se quejaba de que en Tenerife no le queda otro remedio que "contar nubes porque no me dan otra opción". Cree que las nuevas generaciones podrían beneficiarse de una experiencia vital y deportiva que lo llevó a viajar por todo el mundo, formarse como entrenador y a codearse con la élite del boxeo de aquellos tiempos. Con el doble mérito de haber triunfado en un deporte individualista, "en el que estás tú solo contra el otro y nada más". Admite que en la actualidad esta modalidad deportiva no tiene "ni mucho menos" igual proyección que en los tiempos en los que fue campeón mundial. "El boxeo ha dado un apagón en general en todos lados, pero aquí un poco más", indicó.

Tres hitos

Tres hitos principales marcaron su carrera: el título de campeón mundial militar, al ser el único español que lo obtuvo; su pelea contra el hasta entonces imbatible Ken Buchanan, que lo convirtió en campeón de Europa, y la que le dio el título mundial en 1976 frente al tailandés Saensak Muangsurin. Pero también se recuerda el enfrentamiento con Pedro Carrasco que se saldó con la victoria de este último por apenas un punto. El resultado generó una importante polémica y que el tinerfeño cosechara, por ironías del destino, alguna de sus mejores críticas.

Pero en vez de recordar con amargura lo ocurrido indica que aquella derrota le permitió enfrentarse luego a Buchanan, al que considera el mejor boxeador del Imperio Británico. Pese a que en su momento se retiró y estuvo voluntariamente durante 22 años conduciendo un taxi en Madrid en el más absoluto anonimato, dice que aún la gente le saluda al grito de "campeón". También durante ese tiempo se preparó como entrenador en cursos internacionales y formó al equipo de boxeo español en las olimpiadas de Barcelona de 1992. Velázquez nació a finales del año 1944 en la calle Méndez Núñez, en una ciudadela situada donde en la actualidad se levanta el edificio de la Sindical. Su infancia está marcada por la más absoluta pobreza.