El músico portugués Salvador Sobral ha asegurado que con su música quiere ir "más allá de la improvisación, de la libertad, de todos los instrumentos", y para ello se sirve de la libertad y la creatividad musical: "El máximo de libertad, eso es lo que quiero buscar en mi música".

Sobral, que actúa este sábado en el XXII Festival de Jazz de Valencia, explica en una entrevista telefónica con la Agencia EFE que muchas veces, a diferencia de con las palabras, "con la música se pueden transmitir, sobre todo, libertad de sensaciones".

"Con la música de repente se te rompe ese filtro y empiezas a llorar, y liberas sensaciones. Somos músicos por eso. Es lo que más me alegra, que la gente sienta todo tipo de emociones. Y ocurre con todas las músicas cuando son de calidad y tienen sustancia emocional, armónica y melódica", comenta.

El portugués, que siempre se ha definido como un intérprete, reconoce que aunque no lo hace voluntariamente, hay quien le dice que con su gestualidad también cuenta historias, pese a que no lo hace voluntariamente: "Lo hago porque me lo pide la música, como también al revés, a veces los hechos me piden cierta música".

"Sobre el escenario no sé lo que estoy haciendo, quizás empecé simplemente porque no sabía qué hacer con mis manos. Y le pasa a más artistas, que no saben muy bien qué hacer con las manos cuando están sobre el escenario, así que quizás esta es mi manera de lidiar con ello", asegura.

Sobral recorre España estos días en una gira en la que recala en los festivales de jazz de varias ciudades y, preguntado por la proliferación de estos certámenes, apostilla que durante el tiempo que vivió en España siempre le pareció curioso que "aquí es muy respetado", pero "no se puede decir que el jazz viva una época dorada".

"Eso significaría que todo el mundo tiene mucho trabajo y que hubiese muchos sitios que pongan jazz en vivo. Es dorado para algunos, que tienen suerte y tocan mucho, como yo, pero hay músicos increíbles que están "pelando bolas" -como se dice en Venezuela- para llegar a fin de mes", reivindica.

Con todo, se confiesa orgulloso de acercar el jazz a gente que de otra manera quizá no se habría acercado a este género: "Hay gente que viene solo por la canción del festival (de Eurovisión, que ganó en 2017) y, al menos en Portugal, había quien ni siquiera sabía qué era un contrabajo. Pero lo curioso es que la gente está abierta a escuchar", asevera.

El luso destaca que hace suyas aquellas cosas que más le gustans: "Quizá Chet Baker es la influencia más fuerte, y copio como un papagayo su timbre, cómo echar el aire, su sensibilidad, su oído".

Otras de sus referencias son Billy Holliday, "que canta casi torturada una melancolía", y Silvía Pérez Cruz, de quien remarca "toda esa energía, esa sangre..., hago una receta con todos esos ingredientes, que mezclo y con los que he creado mi personalidad artística".

Algunas de sus canciones buscan "hacer sentir" y hay otras con las que quiere "que la gente esté enfadada o con rabia, sentimientos positivos, negativos, tristes, felices, ganas de hacer el amor, todo lo que transmite la música es válido".

Preguntado por el verso de una de sus composiciones, "el mundo es un regalo", Sobral recalca que sí, que lo es: "Ahora esta pregunta es muy oportuna porque para mí el mundo es el mayor regalo, la vida es un regalo, y tuve que pasar por todo lo que pasé para sentir esto".

A causa de una dolencia cardíaca, Sobral pasó recientemente por una operación de trasplante de corazón y ahora, dice, "estoy constantemente agradecido por todo lo que me pasa, por dormir toda la noche, y por poder ir al baño y hacer las cosas que se hacen en el baño. Es un privilegio, y todos los días agradezco lo que estoy viviendo".

Siente "saudade" (nostalgia) de la gente que quiere, tras una gira extensa como la que le está llevando a recorrer diversas ciudades españolas este verano: "Uno está tocando por todas partes y no ve siempre a la gente que ama. Pero es una saudade positiva, porque significa que las quiero mucho".