Sería imposible explicar la trayectoria de la baloncestista insular Laura Herrera -Santa Cruz de Tenerife, 11/07/1989- sin hacer referencia a su estrecha relación con la selección española. Desde la categoría infantil, la capitalina fue requerida por todos los seleccionadores de los diferentes peldaños de la base hasta llegar a debutar con la absoluta. Lo hizo sin haber cumplido 20 años. Muchos éxitos y algún que otro sinsabor han jalonado más de una década de Herrera con el combinado.

Formada en La Salle, destacó, con apenas 13 años, en el Campeonato de España infantil. El Symel Tenerife se llevó el título, en Oviedo, en una final en la que la pívot anotó 29 puntos. "Ahí me dije que igual se me daba bien el baloncesto y podía conseguir llegar a algo. Fue justo antes de acudir por primera vez a la selección", rememora la protagonista. "El campeonato, la Copa BAM, no era de gran nivel, pero fue una muy buena toma de contacto. Lo ganamos y me incluyeron dentro del mejor quinteto". Junto a ella fue convocada la también tinerfeña Laura Fernández -actual jugadora del Ciudad de los Adelantados- y otras como Tamara Abalde, Alba Torrens y Laura Nicholls -están presentes en la actual preselección de cara a la Copa del Mundo de Baloncesto Femenino de Tenerife, a disputar entre el 22 y el 30 de septiembre-.

Luego compartirían veranos de un "no parar. Todos los tenía ocupados. Incluso llegué a doblar con la selección de mi edad y la de un año más", explica Herrera. Mordió el oro en los Europeos sub-16 de Italia 2004 y de Polonia 2005. Un año después llegó un momento cumbre en su carrera. Tenerife acogió el Europeo sub-18 y la selección se llevó el cetro en la final frente a Serbia y Montenegro, que llegaba como favorita. El Pabellón Santiago Martín fue testigo de ello.

"Siempre que me preguntan por un momento deportivo que guarde en mi corazón digo aquel Europeo. Fue increíble disputar el campeonato con mi familia en las gradas. Recuerdo que jugué muy bien la final", manifiesta una jugadora que colaboró con 14 puntos.

Por ese entonces, Laura ya había debutado en la Liga Femenina-2 -exhibiendo muy buenos números- de la mano del Isla de Tenerife, tras abandonar un Uni Tenerife al que se había marchado unos años antes. "Hubo algo de tensión en ese momento", admite la santacrucera con respecto a ambas entidades. Y es que vio como una "oportunidad" el hecho de jugar en el segundo escalón nacional con apenas "16 años".

La hora de abrir las alas no le llegó hasta la mayoría de edad. Era el acuerdo que tenía con sus padres. Jugar, y estudiar, en Madrid -Estudiantes- o en Vigo -Celta-, esa fue la disyuntiva. Al final, Herrera se acabó decidiendo por las del Ramiro de Maeztu. Fue llegar y besar el santo: ascenso de la entidad a la Liga Femenina.

En la élite, con 19 años, Laura rozó los nueve créditos de valoración de media y llamó la atención del seleccionador absoluto, por ese entonces Evaristo Pérez. Su primera aparición con las mayores se produjo en Santiago de Compostela, frente a Cuba. "Yo veía ahí a Amaya Valdemoro, Elisa Aguilar -un año después, jugó con ellas en el Rivas Ecópolis y levantó la Copa de la Reina-... Son las jugadoras que has visto por la tele y que admiras. Casi ni hablaba", relata "una niña" por ese entonces. Con todo, se acabó quedando fuera del Campeonato de Europa de Letonia 2009.

Algo parecido le sucedió en el Europeo de Polonia 2011 y en el Mundial de Turquía 2014. Contó en las preparaciones tanto para José Ignacio Hernández como para Lucas Mondelo, respectivamente, mas tuvo que ver dichas competiciones desde la lejanía.

"Fui a no sé cuántas preselecciones, pero siempre me quedaba a un paso. Al principio te da igual porque dices estoy aquí con las mejores, cómo no me van a echar a mí. A medida que te vas haciendo mayor, te empieza a dar más pena y rabia", reconoce.

Empero, Laura Herrera canalizó todas esas emociones de cara a la siguiente gran cita: el Campeonato de Europa de 2015, en Hungría y Rumanía. Y logró entrar, tras una buena temporada en el maño Stadium Casablanca, en los planes finales del preparador Mondelo. "Era algo que llevaba mucho tiempo persiguiendo. Sentí que me lo trabajé" y que "nunca me regalaron nada", se sincera la interior.

Con un rol "muy específico", sin muchos minutos en la cancha, algo que ya le había avisado el entrenador catalán, colaboró cada vez que se le requirió para que España se subiera al podio y se colgara el bronce tras superar, en el duelo por el tercer puesto, a Bielorrusia.

"Era un equipo que venía muy rodado de años atrás", apunta sobre aquel combinado español. "Cada partido, aunque fuese desde el banquillo, lo vivía con felicidad. Siempre quieres jugar más, pero mi meta era estar ahí. Entrar era muy difícil. Más, hacerlo con un rango de importancia de otras jugadoras que llevaban muchos años".

Herrera pasó del logro "más importante" en su carrera con la absoluta, al "peor trago" de su trayectoria como baloncestista. Una vez concluido el curso con el Bembibre -equipo al que retorna en la 2018/2019-, Lucas Mondelo tiró de ella de cara a la preselección. "Yo me veía -en Río de Janeiro 2016-. Llamaba a mis padres y les decía que cogieran billetes, que nos íbamos. Me sentía muy bien entrenando, así como en los partidos de preparación", expresa.

Su encuentro frente a Cuba -precisamente, el combinado contra el que debutó con las mayores-, a comienzos de junio y antes del preolímpico celebrado en Nantes -Francia-, fue la última oportunidad que tuvo Herrera de enfundarse la casaca de la selección. "Mi sueño en mayúsculas era acudir a unos Juegos Olímpicos. Me quedé a un paso y fue un poco dramático. Lo pasé mal", recuerda.

Aquello ya es agua pasada, según declara. "Ahora lo veo con perspectiva. Estuve a nada de estar. Son las mejores y no es nada fácil. Ya lo superé". Eso sí, "luego no me volvieron a llamar más". ¿Eso implica salirse de la rueda de la selección? Herrera lo niega. "Tamara Abalde llevaba sin ir años. Ahora la han vuelto a repescar tras hacerlo bien. Es difícil volver a entrar, y más como está el nivel. No es algo que me obsesione, pero tampoco descarto", completa.