Malos tiempos corren para el Estado español, para España, con la presidencia que detenta don Pedro Sánchez de un gobierno no conferido por una decisión en las urnas de los españoles que constituimos este Estado europeo. Presidencia otorgada por un mosaico de partidos del que algunos no tienen otro norte que la desmembración de este país. Y eso no se corresponde con el socialismo obrero español que algunos, bastantes, profesábamos y cuyo devenir posterior ha propiciado la decadencia en que se ha visto inmerso. Decadencia que le ha llevado a tener que apoyarse en independentistas recalcitrantes; en independentistas sutiles; en otrora terroristas que están en las instituciones por la "gracia y decisión" del en su momento secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, señor Rodríguez Zapatero.

Corría el año 1976 cuando don Felipe González decía (con motivo de las diferentes sensibilidades socialistas): "No podemos marchar en el sentido inverso de una exigencia implícita en la lógica socialista, que es una lógica en gran medida internacionalista, y crear en el interior del Estado español un fraccionamiento socialista en base a una pretendida independencia de las nacionalidades". Y aquí estamos, con un PSC (partido de los socialistas catalanes) que no se sabe si va o viene; que a unas horas pretende manifestarse en la Constitución y otras cuasi independentista. Y ello desde hace largo tiempo, con Pascual Maragall, el charnego Montilla, y otros.

Menester es recordar el lío en que nos metió el señor Zapatero, en tanto que secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, prometiendo al señor Maragall que el Congreso aprobaría el nuevo Estatut que el Parlament aprobase. Y el Congreso hubo de hacer algunas correcciones. Y el TC hubo de declarar inconstitucionales algunas partes de su articulado. Y todo esto fue tomado como base para que el señor Mas (el que chantajeó con la no aprobación de la reforma del Estatut para acallar lo del 3% denunciado por el señor Maragall en aquella sede parlamentaria) se montara en el tigre de la independencia, que venía quedo, arrimándole fuego en la cola para que se lanzase al desgarro de España.

Ahora, el señor Sánchez se manifiesta presto a conciliar con el fascista supremacista señor Torra no sé si la autodeterminación o, simplemente, que le otorgue un tiempo de tranquilidad para disfrutar de La Moncloa. Y esa conciliación parece que será con 6.000 millones de euros de todos los españoles. Y a lo peor con la condonación de todo o parte de la deuda de 70.000 millones. Y el señor Torra, falto de educación, provocando con el lacito amarillo en la sede de Presidencia. Y Juan español, aguantando. Y el PSOE, callando. Y el Napoleón orwelliano, ejerciendo.