Poco ha durado la satisfacción por el arreglo en el asunto del 75 por ciento. El Gobierno de España ha comunicado al de Canarias su intención de suspender "sine die" la firma del convenio canario de Obras Hidráulicas pactado con Rajoy. Se trata de un total de 186 actuaciones, por algo más de 900 millones de euros, en un protocolo de actuación a doce años. El convenio tenía que firmarse este mes de julio, e incluía ya partidas importantes para hacer frente a obras en curso en 2018, partidas por un total de 40 millones, que ahora el Gobierno Sánchez quiere reducir en algo más de un tercio, alegando que hay dos obras pendientes de ejecución. Canarias asegura que eso es falso, que ambas obras están en marcha, una de ellas para ser entregada antes de finales de año -la depuradora de Adeje y Arona- y la otra -la balsa de Vicario- parada por quiebra de la empresa que la realizaba, pero en proceso de readjudicación. El PSOE también alegará -y es un buen argumento- que aquí lo importante no son esos 14 millones, ni la suspensión de la firma del convenio, sino el dinero perdido en Europa -más o menos otros 900 millones, qué casualidad- porque Canarias es la única región española que no tiene plan hidráulico.

Pero al final, se diga lo que se diga desde el Gobierno de Sánchez, la historia parece reducirse a la necesidad del PSOE de cuadrar unos presupuestos -los del Estado- en los que el PP hizo algunas concesiones a Canarias que -para sostener el Gobierno de ahora- no resultan necesarias. Cuando se produjo el primer encontronazo entre el ministro Ábalos y la diputada Oramas, el secretario de Estado de Transporte fue el único que dijo la verdad: "Es que no se puede hacer, porque hay desajustes en el presupuesto". Después no volvió a abrir el pico, tuvo que callarse, porque la carajera que se lio con el descuento de los billetes amenazaba con dejar a los socialistas canarios a los pies de los caballos. Pero el verdadero asunto de fondo, cada vez que viene Madrid con sus rebajas, es que no hay dinero para atender todos los frentes y todas las necesidades, entre ellas, algunas de las nuevas medidas que el Gobierno del PSOE quiere emprender. Gobernar es -básicamente- decidir en qué se gasta el dinero, y, para los socialistas, lo que quede de legislatura tendrá valor en la medida en que cumplan con la mayor parte de sus compromisos simbólicos, para los que -en cristiano- no queda plata en el presupuesto. Habrá, pues, que sacarla de otro lado.

Dicho eso, quizá proceda una pequeña reflexión sobre la capacidad de protesta y movilización de la sociedad de las Islas cuando nos tocan directamente alguna canonjía existente o prometida. Aquí se lio parda por el descuento a la residencia, porque muchos identificaron que era algo que perjudicaba directamente sus economías. Pero a la gente lo del convenio de Obras Hidráulicas le resbala: y no debería ser así. Dentro de unos meses, cuando vuelvan las microalgas y se reactive el debate sobre la cantidad de inmundicia sin depurar que se vierte en nuestras costas, hablaremos y hablaremos de la urgencia de hacer las obras necesarias para depuración y reutilización. Para eso -entre otras cosas- son los cuartos del convenio de Obras Hidráulicas que ahora nos birlan. Y es algo muy importante para la salubridad, el bienestar público y la reducción de vertidos contaminantes a las costas. Más importante, opino, que financiar a quienes viajan en primera entre Canarias y la Península y viceversa, las tres cuartas partes de su billete, para que estirar las piernas les salga barato. Prioricemos. Con un poco de suerte, este año afloran también las colonias de algas podridas, y la gente se toma en serio reclamar los dineros del convenio.