Queridos maestros thermomix. Compañeros del alma compañeros. Con la llegada del verano, a mitad de julio y con el curso finiquitado es el momento: la educación, en este país de "charanga y pandereta", está perdida.

Ahora con las memorias frescas, las escritas recién enviadas, he de decirlo bien alto: "a peor la mejoría señorías". En los colegios, en las escuelas ya no hay niños y niñas. Como los osos polares están en peligro de extinción. Aquí no los busquen. En nuestro mercadillo de verano tenemos de saldo: programaciones didácticas, memorias anuales, memorias por proyectos, PTIs, protocolos de actuación, PGAs, estándares de aprendizaje, adaptaciones del currículo significativas y no significativas, programas de recuperación, programas de refuerzo, informes finales de etapa, informes personales de aprendizaje, historiales académicos, planes de lectura, planes de convivencia, planes de acción tutorial, planes de pensamiento lógico matemático, rúbricas, pruebas de diagnóstico, planes de seguimiento conductuales, planes de seguimiento pedagógico, protocolos para caso de accidentes, riesgos laborales, informes psicopedagógicos. NOFs, proyectos de gestión, PECs, reglamentos de comedor, y Resoluciones a cientos.

Y, detrás de todo eso, además de un niño esperando a recibir una educación de calidad, hay un maestro estresado a punto de cortarse las venas con la cuchilla del sacapuntas. Porque, aunque pudiese parecer que eso es todo, los docentes deben enfrentarse además a una cantidad excesiva de contenidos imposibles de trabajar con un mínimo de calidad a lo largo de un solo curso escolar, rellenando para ello los objetivos, la metodología, los recursos y los criterios de evaluación de, por ejemplo, la historia del lagarto de Salmor. Pero ahí no se acaba el asunto, porque -ya sea por presión de los padres, por iniciativa propia o por una obligación mal entendida- los maestros deben programar las actividades del festival de Navidad, del festival de Carnaval, del festival de final de curso, la semana cultural, la visita al ayuntamiento, las actividades complementarias, la excursión de final de etapa a París o a Port Aventura, los cuentacuentos, el día de la constitución, el día de los derechos del niño, el día de la paz, el Día de Canarias, el día del libro, el día del helado caliente? y, cuando encuentren algún hueco entre el sujeto y el predicado, entre el "X" de Nicky Jam y "El anillo pa cuando" de Jennifer López, entre la revolución francesa y "Mi burrito sabanero", deben enseñar educación emocional, educación vial, educación sexual, educación financiera, educación en valores, educación para la salud, educación para una adecuada alimentación, educación en el uso de las nuevas tecnologías, educación para el emprendimiento y educación para no morir de un infarto antes de los quince. Y, al mismo tiempo, intentar dar una educación personalizada a todos y cada uno de los veinticinco alumnos de la clase, compensar las desigualdades, motivarlos y cuidarlos como si fuesen sus propios hijos.

Sin embargo, no hay por qué ser pesimistas. Gracias a Dios, los responsables educativos se han puesto manos a la obra y se han rodeado de gente buena, de gente de calidad, de gente que sabe: famosos pedagogos visionarios que nunca han visto a un niño a menos de diez metros de distancia, "coaches" parlanchines que parecen telepredicadores, traders llenos de tatuajes, deportistas triunfadores con dificultades de expresión o grandes empresarios con enormes cuentas en Suiza, pero con nulo sentido social. Ellos, a través de sus charlas, nos conducirán con total seguridad al éxito escolar. Y es que, aunque pudiera parecer lo contrario, para hablar de educación no hace falta tener una carrera educativa, ni dos mil horas de formación, ni una experiencia de años viendo a niños cada día, ni corregir millones de libretas, ni padecer los problemas del sistema, ni tratar con los padres de los alumnos? basta -sencillamente- con tener boca.

En fin, profesores y maestros, tras años y años diciendo, pidiendo, exigiendo, suplicando, gritando: "menos burocracia"; que -aunque nadie cuente con vosotros-, vosotros sois la única solución de la educación en nuestro país, así que abrid las ventanas y airead el sistema, tirad lo que no sirve para nada y seguid luchando contra todo, porque lo único realmente importante son esos ojos que cada mañana os miran desde los pupitres.

Los niños aprenden a sus maestros y no solamente de ellos. Aprenden lo que sus maestros son, no tanto lo que dicen. Por lo tanto... cuidaros. Disfrutad. Por el bien de todos.

Feliz domingo.

adebernar@yahoo.es