"Ya echaba de menos mi ciudad y necesitaba volver". A partir de esta declaración de intenciones, la periodista santacrucera María Rozman (1971), ganadora de tres premios Emmy Award por el trabajo desarrollado durante más de dos décadas en la televisión estadounidense, quiere anudar los próximos años de su vida a una isla en la que dejó familia, amigos y costumbres. "Cuando estás lejos de casa percibes con una intensidad diferente lo que has dejado atrás. No me arrepiento de las experiencias acumuladas -llegó a ocupar la dirección de noticias de Telemundo en Washington DC-, pero ahora estoy en uno de esos momentos de la vida en los que necesito estar al lado de los míos y volver a reencontrarme con la ciudad en la que crecí", confiesa una mujer que fue pregonera en las últimas fiestas fundacionales de Santa Cruz de Tenerife.

¿Es muy distinto el periodismo que se hace en Estados Unido del español?

Es diferente en algunas cosas. Yo, sobre todo, me he especializado en el mundo de la televisión. Estados Unidos vive esa parte del periodismo como un "show business". Allí el tiempo es oro y las historias tienen que ser cortas porque la gente no tiene una capacidad de concentración demasiado alta. La prensa escrita se ha vuelto muy digital y periódicos como el Washington Post, con el que he tenido una conexión muy importante, ya no tienen el peso que sí tuvieron en el pasado en el formato papel. Por lo que me cuentan los compañeros, aunque yo no lo he podido comprobar, allí existe algo más de libertad de prensa que aquí: siempre habrá unas líneas que intentarán imponerte, pero la obligación de un periodista es saltárselas.

¿Más libertad de prensa allí que en España?

Para algunas cosas sí. Alguna vez he escuchado que aquí, en España no necesariamente en Canarias, se pactan las preguntas. Yo nunca he pactado una pregunta en mi vida. Ni siquiera con el presidente Obama. Esas cuestiones son mías y, por lo tanto, no tengo que mostrarlas antes de una entrevista. Eso fue algo que aprendí en la CCN: "las preguntas no se pactan".

¿Esa libertad de la que habla existe, incluso, cuando el entrevistado es el presidente?

Yo siempre pongo como ejemplo a Barack Obama; tú le preguntas lo que quieres y él te contesta lo que le da la gana...

¿Donald Trump es otra historia?

Sí, una persona completamente distinta. La diferencia en relación con Obama casi es de 180 grados. El problema es que en Estados Unidos han pasado de un modelo liderado por un idealista que tenía una visión de futuro un poco más socialdemócrata a un presidente que improvisa en cuanto se levanta de la cama y, sinceramente, no sé si tiene una visión. Obama y Trump vienen de realidades opuestas y sus "background" inevitablemente son antagónicos.

¿Qué puede esperar un ciudadano de un país que se despierta cada día a golpe de "tuit" presidencial?

No sé si es algo positivo sobre Trump, pero si quiere lo ponemos entre comillas. Una de las cosas que no hace extremadamente mal es el manejo de las redes sociales. En eso, para bien o para mal, es un genio. Muchas personas piensan que los comentarios que realiza son disparatados y que escribe lo primero que se le ocurre, pero la atención mediática que ha creado en torno a sus "tuits" es algo que no ha logrado ningún presidente antes que él. No sé si para abocarnos a un precipicio, pero su maestría en Twitter está fuera de toda duda.

¿El cuarto poder que han retratado en muchas películas, y que en Estados Unidos siempre tuvo un protagonismo especial, está perdiendo peso?

Trump se ha desligado del sistema tradicional para informar de sus movimientos y su presencia en las redes sociales puede que esté transmitiendo una debilidad en los medios de comunicación, pero el efecto logrado con esos "tuits" es el contrario. El presidente cuenta muchas cosas irrelevantes y, además, en un porcentaje muy elevado carece de veracidad. A partir de ese tipo de comportamientos a los medios de comunicación tradicionales no les ha quedado más remedio que tratar de averiguar si lo que está escribiendo es verdad o mentira, es decir, que no queda otra que ir a las fuentes. Donald Trump es un maestro de la postverdad.

¿La postverdad es la mayor amenaza que acecha al periodismo que se hace en 2018?

Estados Unidos es un país que lleva trabajando mucho todo lo que envuelve a la postverdad, pero esa herramienta ya no es exclusiva. La política, la economía, la voluntad de las personas... La postverdad es lo que está moviendo al mundo; no tengo claro cuánto durará tanta artificialidad.

Las audiencias en los medios norteamericanos es lo primero que se mira en un balance de resultados. ¿Hasta qué punto un comunicador o una presentadora como usted pueden movilizar de un lado a otro a esas masas de espectadores?

El "anchor", o el ancla en español, es un profesional que puede cambiar los datos de audiencia en base al canal para el que está trabajando... La información, como norma general, es la misma para todos los medios de comunicación, pero la forma de contar una historia y la credibilidad que tenga la persona que lo hace es lo que al final acaba decidiendo los niveles de audiencia y, a su vez, lo que se va a ganar por los ingresos en publicidad.

Usted es una profesional con una buena reputación, ganadora de tres Emmy y conoce bien el modelo de periodismo que se hace allí... ¿Por qué ha decidido romper "momentáneamente" con ese modelo de vida para regresar a casa?

Estados Unidos es un país tan grande como un continente y en los últimos 20 años yo he tenido la oportunidad de conocer las diferencias que hay entre regiones. Yo, por ejemplo, viví doce años en Colorado, que es un estado que a mí particularmente me gusta por la forma de ser que tienen sus habitantes, sus paisajes y una intensa actividad cultural. El periodismo es competitivo, pero diferente al que se hace en Washington. Yo he trabajado los últimos años allí para la CCN y Telemundo y no tengo reparos a la hora de confesar que llega un momento en el que te sientes agotada de ver tanto crimen. Sobre todo, si tienes una familia a la que cuidar cuando vuelves a casa: hacer periodismo en Washington es muy duro, es una selva en la que no es fácil sobrevivir.

¿Trabajar en la comunicación y tener a la Casa Blanca tan cerca es un sinónimo de complicación?

Trabajar como periodista en el epicentro político del mundo es una misión laboriosa. Es un lugar en el que te llegas a sentir solo/a porque es muy difícil conseguir una buena fuente. Para hacerlo tienes que "matarte" por ella. Los premios son importantes, el primer Emmy lo gané en 2016 y este año llegaron estos dos, pero no pueden marcar el resto de tu vida. Llevo años colocando mi carrera profesional por delante de mi familia y ahora toca invertir las prioridades. Ya echaba de menos mi ciudad y necesitaba volver.

Hablando de familia, ¿qué opinión le merece lo que ha sucedido con los niños que fueron separados de sus padres en centros específicamente creados para inmigrantes?

En Estados Unidos existe un sentimiento antiinmigrante bastante elevado. Eso no es algo nuevo, pero sí que se ha agravado en los últimos meses. En Europa también se han dado situaciones parecidas, pero como siempre hay que buscar a un abanderado, Trump no tiene problemas para asumir ese rol. Estados Unidos tiene un problema de inmigración muy grave en sus fronteras, pero eso no significa que haya que cerrarles las puertas en las narices a las personas. Tampoco hay que llegar a límites inhumanos como separar a unos niños de sus padres. Si la idea es que desistan de entrar en Estados Unidos, se lo podían haber pensado algo más y no actuar con unos niveles de crueldad que han dado la vuelta al mundo. Estados Unidos es un país de contrastes y las desigualdades están a la orden del día: en la misma calle te puedes encontrar al hombre más poderoso del mundo y al más pobre entre unos cartones.

Pero ese sistema desigual siempre va a favorecer a los poderosos, ¿no?

Allí es sencillo perderlo todo y quedarte tirado en la calle sin el apoyo de un sistema social que te auxilie. Esa visión, no obstante, se ve de otra forma desde la distancia: lo que para un ciudadano de aquí es una injusticia, allí forma parte del pan nuestro de cada día... Si te da una apendicitis, tienes que pagar 17.000 dólares. La asistencia sanitaria española puede ser mejor o peor, pero esa garantía no la tienes en Estados Unidos.

Como periodista habrá tenido que informar de numerosos tiroteos que terminan con un elevado número de fallecidos, ¿cuál es la explicación para tanta violencia?

(Silencio)... Hay lugares de Estados Unidos en los que ir solo a un supermercado es peligroso. La violencia está enraizada dentro de una sociedad con muchos problemas por resolver. En su Constitución está reflejado el derecho de que puedes portar un arma y, a partir de ahí, pasa lo que pasa de una forma dolorosa y repetitiva. Es un país que cuenta con estados que no tienen más de 100 años y, por lo tanto, es como si acabaran de salir de una película del oeste. No quieren renunciar al derecho de llevar armas y están respaldados por la Asociación Nacional del Rifle (NRA), cuyo poder es infinitamente superior al del presidente: ellos han pagado las carreras políticas de los senadores y los congresistas y tienen el control del país. Esa deuda es muy difícil de saldar porque un joven de 18 años puede comprar un arma semiautomática, pero no beber alcohol o votar hasta los 21... Hace poco acudí a Maryland a recoger estos premios y un hombre armado entró en una redacción y mató a cinco periodistas. Lamentablemente, ocurre un día sí y al otro también. Es triste, pero real.

¿El mejor momento profesional en Estados Unidos?

¿El mejor? Haber podido entrevistar al presidente Obama en la Casa Blanca. Lo hice en dos oportunidades y para un profesional de los medios de comunicación poder dialogar con el hombre más poderoso del mundo es un sueño, aunque debo confesarle que me gustaría hacer lo mismo con Trump.

¿Eso está más complicado?

Sí, pero sería maravilloso hacerle un par de preguntas (ríe)... No sé cómo acabaría todo, pero el reto parece interesante.

Con respecto a Barack Obama, ¿no tiene la sensación de que incluso cuando se equivocó o dejó de cumplir puntos que formaban parte de su programa electoral la opinión pública fue más benévola que con otros presidentes?

Cuando hablo del expresidente Obama lo hago con mucho respeto porque la impresión que me trasladó era la de ser una persona educada, culta y con un carisma para ver cosas en las que solo él creía. Obama no ha sido el mejor presidente; teniéndolo todo no hizo lo suficiente para ser el mejor. Por comparación con otros, nos parece maravilloso e idealizamos todo lo que hizo pero cometió muchos errores. No creo que el país estuviera preparado para un presidente de ese perfil, ni él fue el líder que se esperaba.

¿Está preparada la sociedad estadounidense para ver a una mujer al frente de la Casa Blanca?

No, Estados Unidos es un país increíblemente machista.

¿Hillary Clinton estuvo cerca?

Su problema no es político. Es una mujer con un carácter difícil y extremadamente antipática con los medios de comunicación. La entrevisté en 2008, le hice dos preguntas y se levantó muy molesta... A mí me hubiera gustado verla en la presidencia. Sobre todo porque eso hubiera significado la derrota de Trump. Es inteligente y valiente, pero Hillary es el cerebro de Clinton, ella le hizo presidente y no le han perdonado tanto protagonismo. Tampoco Hillary Clinton ha perdonado a los periodistas.