Y de repente empezaron a aparecer fotos suyas en las redes sociales jugando al vóley playa. Con un cuerpazo espectacular y un bikini más que generoso, Colinda Grabar-Kitarovic, de 47 años, que asumió el cargo en 2015 por el partido Unión Social Demócrata, era más popular que cualquiera de los jugadores de su equipo. Pero mientras el fenómeno de las fotos jugosas alcanzaba una viralidad extrema, resultó que más de uno y de dos medios de gran tirada internacional la confundieron con la pareja del actor y rapero de color Ice-T: Coco Austin, de 36. No era ella. El entorno de la presidenta de Croacia se apresuró a desmentir la maravillosa confusión, pero el mix era prefecto para su popularidad en las redes y hoy aún es más que complicado aclarar el entuerto.

Lo cierto es que la verdadera presidenta, la que vimos en las gradas de los campos, la auténtica Kolinda, ha sido todo el campeonato una fuente de emoción que la ha convertido en uno de los referentes del campeonato. Mientras el domingo en la final, desde Putin a Macron cumplían con el protocolo yendo de traje al partido, ella, como en cada ocasión, vestía la camiseta de su Croacia querida. Pero es que, además de guapa, tiene un desparpajo de lo más inusual para la presidenta de la República. Saltaba como una posesa cada vez que su equipo metía un gol, y tras perder la final, en lugar de poner mala cara o llorar (como tantos hombres), ella estaba encantada y sonriente. Abrazó con todas sus fuerzas desde al cuarteto arbitral, pasando por los máximos responsables de la competición a todos y cada uno de los jugadores de los dos equipos. Y el mundo del deporte se ha rendido ante la normalidad y la campechanía de una dirigente con la que antes de sentirse identificado el mundo del deporte, ya se sintió el pueblo croata, cuando empujó a su país a la independencia de ex-Yugoslavia allá por el año 1991. Oye, y qué envidia del "flower power", tú.

@JC_Alberto