A las puertas del antiguo convento de Santo Domingo, un treinteañero enfundado en un suéter en el que se lee "Cambridge University" se acerca a las tropas inglesas y, en tono de complicidad, les arenga: "¡Ánimo, a ver si ganamos!". Los dos bandos protagonistas de la Gesta están en tregua, en una tensa espera por la batalla de la tarde. Es momento para divulgar el mayor episodio bélico en la historia de Tenerife, la única vez que el almirante Horacio Nelson perdió una bandera, como le gusta recordar a Agustín Espinosa, que encarna el personaje del general Antonio Gutiérrez.

Ese tono distendido permite la broma entre los miembros de la asociación que recrea la Gesta. Así, el saludo siempre viene con retranca. Un militar español le estampa a su hermano, hijo o amigo -en la vida real- que lucha como inglés: "¡Pelean como nunca y pierden como siempre". Así se escribe la historia, cuya batalla crucial se anunció al mediodía de ayer con una salva, desde el teatro Guimerá, honor que le correspondió al alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez. Apenas segundos antes, el gerente de Fiestas advertía al público que no se podía pasar a la zona de seguridad. No había acabado de hablar y se escuchó la salva que puso firme a la mayoría de los presentes.

Entre el público, hasta el párroco de La Concepción, Mauricio González, que recordaba que antes de la Gesta ya estaba su templo, que data de 1499. Estando el campamento montado, una señora se acerca y pregunta: "¿Esto es para la Gesta, no? ¿Para qué día es?".

Bajo uno de los laureles de Indias, disfrutando de la fresquita, Agustín Espinosa, el general Gutiérrez de la recreación, a quien a sus 86 años se le considera toda una institución. Hasta su banco se acerca quien encarna al almirante Nelson, Jonathan Cabrera -recreador histórico-, que le espeta: "¿Este año nos vas a desembarcar?". "Sí, tranquilo, estamos bastante más relajados esta vez, hasta brindamos con vino tinto", le dice Agustín "Gutiérrez" Espinosa, a lo que el Nelson del siglo XXI le insiste: "Mejor ginebra".

Como si se hubiera reescrito la historia, uno y otro quedan emplazados así para la batalla decisiva.

A la puesta del sol, en el barranco de Santos, las tropas españolas se pertrecharon en dos formaciones, con un cañón incluido para repeler el ataque de los ingleses, que hicieron anoche su incursión por el Charco de la Casona. Antes del ataque, una advertencia: "En La Noria, ni un tiro". Una y otra tropa alternaban sus disparos, mientras los cañonazos daban intensidad a la recreación, hasta el punto de que un niño del público gritó: "`¡Viva Canarias!". De nuevo, otra ráfaga de pólvora, y otra, hasta que un cañonazo parece herir a Nelson, lo que provocó el repliegue de las tropas británicas, para el júbilo de las centenares de personas presentes, que rompieron a aplaudir.

Desde los arcos de La Noria a la Calzada de Santo Domingo bajaron las tropas españolas, y allí, nueva ofensiva contra los ingleses, que fueron sorprendidos. Y de ahí, al convento de Santo Domingo para refugiarse los de Nelson.

Este mediodía, en la plaza de la Isla de la Madera, firma de la capitulación y embarque de las tropas británicas en una recreación que ya anoche volvió a emocionar.