La manta esperancera para cubrir nuestra canariedad y las soflamas al terruño son cosa de antiguos, mantras inmemoriales que no tienen cabida en la generación 3.0. Es la hora de actualizar el software nacionalista en el Gobierno regional. Un solo click en la "App Store" del Ejecutivo canario y ya tenemos la nueva medida para adaptar la gestión educativa a la consola. Da igual que tu colegio se esté cayendo o que estemos en los últimos puestos de la excelencia educativa en España; a quién le puede importar que el sistema universitario canario se encuentre a la cola del país en rendimiento, con un 26% por debajo de la media nacional, fruto de los nefastos resultados de Primaria y Secundaria. Es el momento de convertir los centros educativos en la cantera del League of Legends, Clash Royale y FIFA 19, diseñando a los futuros campeones de los eSports mientras se reducen horas mensuales en materias como la Física en el Bachillerato. Es prioritario darle al jugador una buena razón para que quiera alcanzar los objetivos y progresar en el juego. Las recompensas deben ser proporcionales al reto que tiene que superar para alcanzarlas. El software del Gobierno no detectó en el sistema operativo la descarga de algunos videojuegos que todavía no han irrumpido en el mercado por falta de audiencia. No consideran adecuado ni rentable enseñar con más fundamento a los futuros campeones de los eSports el papel de los intelectuales y artistas que construyeron nuestra región, porque esos juegos no venden y se fomenta la brecha digital entre alumnos, familiares y profesores. Es preferible competir con los avatares de Messi o Cristiano Ronaldo en la consola que jugar a descubrir la impronta y el legado de Manuel Millares Sall en Canarias, las fábulas de Tomás de Iriarte o la magia de "Las Rosas de Hércules" de Tomás Morales. Son más prestigiosas las batallitas y los cofres del Clash Royale que la experiencia sensorial de César Manrique, la huella imborrable de Alfredo Krauss o la lectura imprescindible de Galdós. Todavía se recitan en la plaza Andrés de Lorenzo Cáceres los versos del icodense Emeterio Guitiérrez Albelo, recordando a la Generación del 27, porque pese a quien le pese, los nuevos cachorros no conocen en su justa medida la dimensión literaria de Pedro García Cabrera más allá de alguna actividad arrinconada en los colegios. Frente al interés por comprobar la destreza de ponerse a los mandos del League of Legends desarrollado por Riot Games para Microsoft Windows y OS X, estamos a tiempo de abrir las aulas para que la brisa deje entrar el recuerdo de Pérez Minik y la arqueología didáctica de Luis Diego Cuscoy. Óscar Domínguez, Viera y Clavijo y Antonio de Viana no son soporte de juegos electrónicos; tampoco llenan estadios de la TLP ni tienen fans entre los fanáticos de la consola, pero son imprescindibles para entender nuestra fuente de riqueza cultural. Adaptar las sensibilidades de la era digital es esencial para cualquier sociedad avanzada, sin embargo, hablamos de una de las comunidades con más asignaturas pendientes que recuperar en todos los campos de la sociedad canaria. Una vez encontré a aquel niño que pasaba desapercibido entre balones, consolas y móviles. Leía a Cecilia Domínguez en el banco de una plaza de La Orotava, sin que nadie reparara en la insólita imagen de un mocoso de 12 años que prefería la "La luna en el agua" que competir en una de esas ligas de videojuegos que el Ejecutivo canario quiere impulsar. La canariedad se mide en el sistema métrico del recuerdo a los hombres y mujeres que con su esfuerzo edificaron la mejor de las patrias: la cultura.