Parece no importar cuántas veces lo hayamos tenido delante, siempre nos impresiona ver el mar. Algo parecido sucede con la Segunda División A, comercialmente LaLiga 123, porque cada temporada nos impresiona la igualdad reinante, así como la capacidad de los pequeños para competir con los más poderosos económicamente. Siempre hay una sorpresa, siempre hay una decepción.

Por eso, cada Campeonato que comienza es como una gran batalla naval en la que cada embarcación, grande o pequeña, utiliza sus armas con destreza para imponer su equipamiento, contundencia, rapidez o astucia para hundir al rival. Y como si en aquel juego de mesa tan famoso en los años 80 y 90, el "Hundir la Flota", se navega por aguas que pueden ser procelosas en busca de llegar al puerto deseado, ya sea el del ascenso, el "playoff" o la permanencia. Y como sucede en el mar, hay momentos durante el año de mayor oleaje, puede que hasta de temporal. Pero contrasta con otros en los que el océano de esta Segunda parece un plato y las condiciones ayudan a avanzar a velocidad de crucero.

En la temporada 18/19, el papel de portaaviones lo representan de nuevo los recién descendidos. Cuentan con más dinero que sus rivales para reforzarse y son libres de elegir. En los últimos años pagan hasta traspasos. Su objetivo obligatorio es el ascenso.

El segundo grupo lo representan los submarinos, que son aquellos candidatos al ascenso difíciles de identificar durante el inicio y parte de la travesía. Conservan cierta capacidad económica y suelen hablar con la boca pequeña del salto de categoría. El Tenerife estaría claramente en ese grupo.

Por debajo queda un grupo intermedio, de acorazados, capaces de batallar con cierta fuerza y hundir a barcos superiores. Alguno de ellos, amparado en un buen inicio, puede sorprender y meterse entre los candidatos finales. Pero la exigencia de estos no es, ni mucho menos, asomarse a los puestos de cabeza. La ilusión de lograrlo sí que la tienen. Por último, los destructores son aquellos que, sin ir más allá de la permanencia, pueden acabar dando más de un disgusto.