Las muertes probables por ébola en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC), que afecta a dos de las regiones más aquejadas por la violencia, ascienden a 59, de las cuales 32 ya han sido confirmadas positivas por la enfermedad, tras solo tres semanas desde que se declarase el brote.

Desde que el ministro de Sanidad, Oly Ilunga, tuviese que declarar el pasado día 1 el segundo brote de ébola en un año, se han registrado en las provincias de Kivu del Norte e Ituri un total de 102 casos (75 confirmados y 22 probables), según el último boletín del ministerio que contiene datos hasta el 20 de agosto.

Además, las muertes registradas en menos de un mes ya son superiores a las que se produjeron en casi tres meses en el brote de la provincia de Ecuador (noroeste) que dejó 33 fallecidos, de los cuales 17 confirmados.

Uno de los grandes problemas que presenta este nuevo brote es precisamente su localización, ya que estas zonas de la RDC viven desde hace años una situación de conflicto con constantes matanzas protagonizadas por rebeldes congoleños, ruandeses y ugandeses, que se enfrentan asimismo a las tropas gubernamentales y a las fuerzas de la ONU (MONUSCO).

En Kivu del Norte, la provincia más afectada, hay activos más de cien grupos armados y se han registrado más de 120 incidentes violentos en lo que va de año.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), junto a otras organizaciones internacionales, ya han avisado en varias ocasiones de que la respuesta es diferente que en otras ocasiones, puesto que se trata, por primera vez, de un brote en una zona de conflicto y hay zonas rojas a las que no tiene acceso.

Las autoridades congoleñas desarrollan desde el pasado 8 de agosto una campaña de vacunación con el tratamiento experimental rVSV-ZEBOV, y ya han sido administradas 1.693 dosis.

La vacuna aún está sin licencia pero se usó experimentalmente en Guinea Conakry durante la mortal epidemia que afectó a África occidental en 2014 y 2015.

Además, el comité ético de la RDC ha aprobado recientemente la autorización de cuatro nuevas moléculas terapéuticas experimentales suplementarias para administrar en los centros de tratamiento que ya están instalados en la zona, según informó hoy el ministerio congoleño.

Entre estos nuevos tratamientos está el ZMapp, uno de los tratamientos que recibió Teresa Romero, la enfermera española contagiada de ébola en 2014 en España, y que consiguió recuperarse de la enfermedad, aunque no se sabe con certeza qué medicamento le hizo mejorar.

Debido a que ninguno de estos tratamientos cuenta con aprobación oficial de los organismos internacionales, el Ministerio indicó que estas nuevas moléculas se administrarán de forma complementaria a la vacuna rVSV-ZEBOV, que ha probado su eficacia en la anterior crisis, y según "condiciones estrictas vinculadas a la condición de cada paciente".

Por el momento ayer se comenzó a administrar el Remdesivir, de la farmacéutica Gilead, a una paciente en el centro de tratamiento de Beni, uno de los principales núcleos de Kivu del Norte, y desde este fin de semana también se usa el mAb114 en 10 pacientes que "evolucionan positivamente".

Las autoridades congoleñas informaron que desde este lunes se está dando tratamiento sanitario gratuito en las tres zonas más afectadas: en Mabalako, la zona que acumula más casos y más muertes por ébola, y en Oicha y Beni.

Además, se han instalado controles sanitarios en algunas vías de acceso de la región y en las fronteras para detener a las personas y hacer controles de sanidad.

Kivu del Norte e Ituri son las provincias que más desplazados internos emiten del país, y acogen a un millón de desplazados internos.

La ONG Consejo Noruego de Refugiados (NRC) calcula que desde este mes de enero, en torno a 30.500 personas se ven obligadas a desplazarse cada mes en la región.

El virus del ébola se transmite a través del contacto directo con sangre y fluidos corporales contaminados y es más virulento cuanto más avanzado está el proceso, llegando a alcanzar una tasa de mortalidad del 90 %.

La peor epidemia de esta enfermedad conocida en el mundo se declaró en marzo de 2014, con primeros casos que se remontan a diciembre de 2013 en Guinea Conakry, desde donde se expandió intensamente a Sierra Leona y Liberia.

La OMS dio por finalizada la epidemia en enero de 2016, después de registrarse 11.300 muertes y más de 28.500 casos, aunque la agencia de la ONU admitió que las cifras reales pueden ser más altas.