Las muertes probables por ébola en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC), que afecta a dos de las regiones más aquejadas por la violencia, ascienden a 59, de las cuales 32 ya han sido confirmadas positivas por la enfermedad, tras solo tres semanas desde que se declarase el brote.

Desde que el ministro de Sanidad, Oly Ilunga, tuviese que declarar el pasado día 1 el segundo brote de ébola en un año, se han registrado en las provincias de Kivu del Norte e Ituri un total de 102 casos (75 confirmados y 22 probables), según el último boletín del ministerio que contiene datos hasta el 20 de agosto.

Además, las muertes registradas en menos de un mes ya son superiores a las que se produjeron en casi tres meses en el brote de la provincia de Ecuador (noroeste).

La respuesta es diferente porque por primera vez el brote ocurre en una zona de conflicto

Uno de los grandes problemas que presenta este nuevo brote es precisamente su localización, ya que estas zonas de la RDC viven desde hace años una situación de conflicto con constantes matanzas protagonizadas por rebeldes congoleños, ruandeses y ugandeses, que se enfrentan asimismo a las tropas gubernamentales y a las fuerzas de la ONU (Monusco).

En Kivu del Norte, la provincia más afectada, hay activos más de cien grupos armados y se han registrado más de 120 incidentes violentos en lo que va de año.

La Organización Mundial de la Salud ya ha avisado en varias ocasiones de que la respuesta es diferente que en otras ocasiones, puesto que se trata, por primera vez, de un brote en una zona de conflicto y hay zonas rojas a las que no tiene acceso. Las autoridades congoleñas están llevando a cabo una campaña de vacunación con el tratamiento experimental rVSV-ZEBOV.