Conoce la tramoya. Se maneja con soltura en escenarios y decorados diversos. Su vinculación con el mundo de la cultura y la educación le viene de lejos y, además de la labor docente que ha desempeñado en centros como la Universidad de La Laguna, la de Vic o la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), también ha desarrollado un extenso currículum investigador y de publicaciones, así como de ponente, en congresos y seminarios, a nivel nacional e internacional.

Desde el año 2003, José Luis Rivero Plasencia había venido ocupando el cargo de director artístico de Auditorio de Tenerife hasta que el 15 de julio de 2015 fue designado director insular de Cultura, Educación y Unidades Artísticas. Durante estos tres años ha ido dando pasos, al compás de las circunstancias, apostado por un modelo integrador, descentralizado, de vocación universal y superador de lo insular.

Si su hijo le planteara que quiere ser músico, bailarín, cantante o actor, ¿le respondería aquello de mejor estudia primero algo de provecho?

No, no. En absoluto. Quizás hace algunos años esa frase tenía algún sentido, porque había cierta incertidumbre sobre el desarrollo profesional de un artista, pero hoy en día, no. Y no me refiero solo al ámbito de Canarias, sino al conjunto del Estado español. Afortunadamente, creo que hemos avanzado en ese sentido, de manera que existen cada vez más espacios profesionales para el desarrollo del arte y la cultura. También en cuanto a los niveles de formación que eso requiere. Y no vale eso de "¡mamá, quiero ser artista! Se levanta el telón, salgo al escenario y ya está. Hay que formarse y, en determinados lenguajes, sí disponemos de espacios que nos permiten afrontar esta tarea con buenas expectativas.

¿A qué lenguajes artísticos les queda margen de mejora?

Considero que estamos bien a nivel de música, en general, Pero, a medida que profundizas surgen nuevas situaciones. Contamos con conservatorios de nivel medio y profesional muy buenos, si bien estimo que habría que ahondar en aspectos como la dirección orquestal, que aquí es imposible estudiar, o la composición. En el caso de la danza, ciertamente, este andamiaje resulta inexistente y, sin embargo, tenemos muy buenos bailarines y coreógrafos. Resulta paradójica esta relación.

¿Cómo se construye la cultura?

En este mandato, liderado por la presidencia de Carlos Alonso, hemos planteado una visión insular del entramado cultural. Existe un plan de infraestructuras que hemos pactado con los municipios, en la idea de no repetir las mismas jugadas en toda la geografía, porque ni tiene sentido, ni enriquece el ecosistema. Hay que concebir la diversidad del territorio: un buen centro de formación en un punto de la Isla, un buen espacio dedicado a la música, el teatro o la danza en otra latitud y alimentarlos unos con otros.

Ha anunciado la creación de un centro de danza en Garachico.

Tenemos una amplia base de talento y de compañías que intentan ganarse la vida de manera profesional, pero ese talento no se puede desarrollar en un territorio discontinuo; en las Islas no existe un solo mercado, sino siete, y cada uno con una estructura particular. Eso nos lleva a que para producir sea necesario abrir centros. Y lo que hemos convenido con los ayuntamientos es que parte de sus infraestructuras se conviertan en centros de producción. El Sauzal lo aceptó respecto al teatro y allí abriremos en octubre. La idea es hacerlo también con la disciplina de la danza, en Garachico, y no porque sí, sino por un trabajo desarrollado a lo largo del tiempo por Roberto Cabrera a través de Cuadernos Escénicos, llevando la danza a las calles y al mismo espíritu de los vecinos del municipio hasta convertirlo en un referente a nivel insular y nacional. También estamos en conversaciones con el Puerto de la Cruz para que se convierta en el centro de las actividades circenses, apoyado en programaciones como Mueca o Alios.

¿Qué lectura hace sobre que se hayan postergado las propuestas de danza de los patrocinios que concede el Gobierno de Canarias?

No conozco las bases de la convocatoria en profundidad como para cuestionar los criterios de evaluación, tarea que no es nada sencilla. A mi juicio, el texto hecho público por la Asociación PiedeBase representa una reclamación lícita. Se trata de profesionales como la copa de un pino, que hacen muy bien su trabajo y entienden las dinámicas de su disciplina, razón por la que considero que se hace preciso escucharlos con atención, porque la queja parece tener sentido. Debería existir mayor proporción entre las distintas artes escénicas que manejamos en Canarias. Ahora bien, el resultado de por qué unas han quedado fuera y otras no tendrá que ver con que las valoradas deben ser mejores.

Al Cabildo le han echado para atrás proyectos muy potentes...

Insisto en que se habrá elegido a las mejores, precisamente cuando al Cabildo le han desestimado proyectos como el Festival de las Artes del Movimiento (FAM), con recorrido internacional, la compañía Lava, bajo la dirección de Daniel Abreu, premio Nacional de Danza y con tres galardones en los últimos Max, y otras. Creo que ahora le corresponde al Gobierno de Canarias realizar un análisis pormenorizado y no estoy diciendo que deba cambiar de criterio, en absoluto, pero sí explicar cuáles son sus razones.

¿Es un lujo para la Isla tener una orquesta como la Sinfónica y para esta formación contar con un lugar como Tenerife?

Diría que ese discurso lo tenemos ganado: la Sinfónica es la orquesta de Tenerife y Tenerife es la isla de la orquesta. Pero las cosas cambian y también las orquestas, los sentidos, los territorios... Hay que irse acomodando. Son estructuras que a veces tienden a fosilizarse, a ser demasiado rígidas. Sin embargo, los tiempos van por otros caminos. La crisis ha significado un cambio de perspectiva que también llegó al mundo de la música clásica, más cerrado en sí mismo y con sus propias claves. Y de vez en cuando se hace necesario parar, mirar, acompasar y volver a medir el tono.

Y así, afinando, sonaron un gerente y un director artístico, ¿no?

La primera encomienda que recibí del presidente tenía como objetivo la orquesta y su estructura. Llevábamos mucho tiempo sin una figura gerencial, básica para el día a día de la formación, porque no sólo de música se alimenta el espíritu. En un grupo humano así se hace preciso controlar y generar dinámicas que exigen una atención continua, porque la dirección artística está para otra cosa.

¿Y la partitura de ese tránsito?

Tuvimos ese gran momento, personificado en la figura de Víctor Pablo Pérez, que duró muchos años, generó un modelo y la ruptura con aquello ha ido dando pasos, algunos trastabillados, con directores que no eran ni mejores ni peores.

Y ahora se apuesta por un valor nuevo como Antonio Méndez.

La selección de un director artístico no se realiza en un par de meses, ni siquiera en una temporada. Hay que intentar conciliar a todos los actores implicados. Por eso abrimos un proceso de trabajo con la orquesta, a través de su comité artístico, que supuso estar dos años sin director titular, analizando el tipo de conjunto que éramos, la que queríamos ser y de qué manera. Una vez clarificado esto, fuimos en busca del mejor perfil.

El de un director joven, español y alejado del divismo.

Veníamos de un modelo que tenía que ver con los personalismos y que, ciertamente, había fracturado. Ya no se trata del divo o la diva, de esa persona plenipotenciaria que resuelve sobre todos los aspectos... Las decisiones deben ser más colectivas.

¿La orquesta se democratiza?

No lo definiría así. Cualquier grupo clásico adopta una estructura jerárquica como forma casi natural de funcionamiento. Otra cosa es que la toma de decisiones sea más colectiva, abierta y plural, lo que supone escuchar un coro de voces, unas veces polifónico y otras más ruidista. Pero después de oír a las distintas cuerdas ya hemos tomado las decisiones y no hay vuelta atrás posible.

Entonces, ¿a partir de ahora se abre un nuevo ciclo?

El nuevo director trabajará los procesos artísticos con un horizonte a 3 o 4 años. Sabemos que el mundo está cambiando vertiginosamente y la orquesta necesita, poco a poco, adaptarse a esa nueva realidad, por ejemplo sobre cómo afrontar el mundo digital o también en cuanto a analizar cambios relacionados con las dinámicas sociales.

"Mi patria es una peña, mi patria es una roca...". ¿Qué sucede con la casa Borges Estévanez?

No hemos podido abrirla. Primero, es una casa, y después, un proyecto, del que somos los encargados, pero no podremos desarrollarlo hasta que el inmueble esté finalizado. Se trata de un Bien de Interés Cultural (BIC) que está bajo el área de Patrimonio, que se encuentra en su quinta fase y debemos esperar a que se licite para redactar el proyecto y determinar los usos. Estamos en un impás. La parte constructiva ya finalizada es sencillamente fabulosa y ahora se trata de dotar con contenidos un espacio que va a servir de referente.

¿Un espacio de raíz ideológica?

El presidente lo tiene muy claro: vamos a dedicar la casa a lo que siempre fue, un punto de encuentro, de pluralidad, el espacio donde pensar la Isla. Hay que traerla desde aquel siglo XVIII hasta el XXI y trabajar en la idea de convertir la casa en el lugar desde el cual reflexionar sobre cuál es el papel de las Islas en el mundo y cómo se percibe el mundo desde el territorio insular.

Hablando de mundos, una iniciativa como Mapas coge rumbo.

Se trata de un proyecto largamente pretendido. Hace años ya manejábamos la idea de generar ese eje Sur-Sur y en Mapas están presentes elementos de aquel pasado. Además, el hecho de unir a un gran compañero de viaje como Circular y viendo cómo se fundamenta esa perspectiva en un territorio tan cercano emocionalmente como Latinoamérica, junto a la gestión y la producción de una empresa canaria, nos dota de ese músculo preciso que da como resultado una estructura altamente satisfactoria.

¿Y el objetivo?

Desarrollar el sector cultural en Canarias, siendo conscientes de que nuestro espacio vital es pequeño y debemos ampliarnos hacia el exterior. Tenemos capacidad para hacerlo, pero eso obliga a cambiar mentalidades, a abandonar los espacios de confort.

¿Hay tanto talento canario o es una frase hecha?

El talento existe, pero hay que procurarle herramientas y pulirlo. Si queremos que nuestras compañías se desarrollen hacia un nivel superior necesitan salir.

¿Mapas hace realidad el manido concepto de la tricontinentalidad?

Ha tenido una enorme acogida en los países de nuestro entorno. No sólo nosotros apostábamos porque era una buena idea, sino que los demás también lo dicen. Mapas representa un espacio para el encuentro, para la relación entre África y Latinoamérica en el que Canarias se convierte en la mesa donde sucede este juego.

Una voz de Tenerife

Ha cursado varios programas másster y de grado superior universitario, "y bien acreditados", sostiene, así como cursos de Música, Artes y Literatura. Fundó la Escuela de Artes Creativas Eduardo Westerdahl, en La Laguna, que en poco tiempo se convirtió en un referente insular. José Luis Rivero es el único canario nombrado presidente de la Red Nacional de Teatros, Auditorios, Circuitos y Festivales de titularidad pública. "En algunos organismos participo de forma personal porque se me pide consulta y en otros de manera institucional, pero mi visión siempre ha sido la misma, dejar claro el complemento del nombre de Tenerife que acompaña mi presencia". Hace gala de su chicharrerismo "aquí y en Moscú, situando el trabajo que se hace en la Isla y midiéndolo con quien sea". "Siempre miramos de tú a tú a todo el mundo", dice. Pertenece al Consejo Estatal de las Artes Escénicas y de la Música. Ha sido miembro redactor del Plan Estatal de la Danza y es miembro de comisiones estatales de Música, Danza y Formación. Forma parte de organizaciones internacionales como Ópera Europa, European Network for Opera and Dance Education (Reseo) o la Internacional Network for Contemporary Performing Arts (IETM), ha participado en proyectos internacionales y es el único canario elegido para el proyecto europeo Adeste de formación de desarrolladores de audiencias para las artes.

El Cabildo está enfrascado en un procedimiento administrativo que coordina el área de Patrimonio y Hacienda, consecuencia de la detección de deficiencias en el sistema de fijación del trencadís en la fachada del edificio del Auditorio.

"De forma previsora, y antes de que se cerrara el plazo de garantías, se encargó un estudio que arrojó unos datos que se han puesto sobre la mesa de todas las partes implicadas en la construcción, tanto la contrata como la dirección técnica facultativa de la obra, la oficina del arquitecto Santiago Calatrava", señala José Luis Rivero.

"Desde el Cabildo hemos pedido reclamaciones y, evidentemente, ya suponíamos que la otra parte no querría saber nada. A partir de ahí, serán probablemente los tribunales los que determinarán quiénes han sido los responsables".

El planteamiento del Cabildo no es otro que la defensa de las garantías de un espacio público. "Entendemos que existe un defecto atribuible al sistema constructivo, que nada tiene que ver con su uso, ni con que se hayan programado más o menos conciertos, que la orquesta toque más o menos alto, ni que se hayan sucedido espectáculos de danza", subraya Rivero.

En cuanto a la comodidad o incomodidad del espacio, el director insular entiende que "lo más difícil de cambiar son las percepciones" y rompe una lanza en favor del equipo del Auditorio, que "trabaja incansablemente para ofrecer lo mejor y en las mejores condiciones al público. Porque el espacio era uno, y con esos bueyes había que arar, y las programaciones, otras", precisa.

Y sentencia: "No tener hoy en día un espacio de referencia como el Auditorio sería insólito". Y establece una relación proporcional. "Cuanto más lejos, mejores son las críticas. La gente de aquí lo ve de una manera diferente a los de fuera". El hecho es que causa envidia.