Pablo Batista, uno de los ecologistas históricos que en la actualidad pertenece a La Centinela-Ben Magec-Ecologistas en Acción, destacó en las jornadas sobre Territorio, Turismo y Vivienda, organizadas por Izquierda Unida Canaria en Los Llanos de Aridane, que podría decirse que "el alquiler vacacional se inventó en La Palma en los años 80", por extranjeros que huían de la contaminación del accidente nuclear de Chernóbil y que encontraron en la Isla un lugar ideal para vivir.

El accidente nuclear de Chernóbil ocurrió en abril de 1986 y ha sido el peor de la historia, provocando la evacuación de unas 115.000 personas en un radio de 30 kilómetros alrededor de la central Vladímir Ilich Lenin, situada a 3 kilómetros de la ciudad de Pripyat, actual Ucrania.

Pablo Batista defendió que aquel modelo se implantó en la Isla antes incluso de que el concepto de alquiler vacacional se hubiera creado. "Tras la llegada a la Isla de muchos centroeuropeos, como consecuencia del accidente nuclear de Chernóbil, estas personas, que quisieron buscar un destino lejos de aquella contaminación, necesitaban un medio de vida, unas rentas, unos ingresos, que encontraron alquilando parte de sus viviendas a otros familiares y amigos, algo muy asimilable o comparable a lo que hoy es en día el alquiler vacacional", afirmó este reputado ecologista.

Batista entiende que "esta particularidad de los años 80 hace que se mantengan hoy en día ciertas peculiaridades, como el escapar de los controles oficiales que cualquier actividad turística reglada está obligada, ya sea de tipo fiscal, policial o urbanístico". El representante de La Centinela afirmó que "el turismo vacacional tiene la mayoría de los inconvenientes del turismo convencional, algunos inconvenientes propios y algunas ventajas", destacando dentro de los beneficios "el que no requiere de un nuevo entramado urbano, por lo que en un territorio insular es importante porque puede limitarse la concepción de nuevos núcleos turísticos aislados".

Respecto a los inconvenientes, entre otros, indicó "la turistificación de las ciudades, un fenómeno que en La Palma hay que verlo con cierta precaución, porque hay propietarios que han apartado del mercado inmobiliario para uso residencial determinadas instalaciones para el uso turístico, lo que puede tener impacto en los precios de la vivienda".

Un modelo "con ausencia de regulación"

En las jornadas organizadas por IUC en La Palma, universitarios, sindicalistas y ecologistas coincidieron en que parte de las consecuencias del alquiler vacacional proceden de la ausencia de regulación. A propósito, David Ramos, profesor titular de Geografía Humana de la Universidad de Salamanca destacó que, "según los últimos datos del Gobierno de Canarias, en 2017 existían 131.000 camas en viviendas vacacionales en el Archipiélago, lo que equivale al 31% de la oferta reglada de alojamientos en hoteles y apartamentos turísticos". Mientras, Macià Bláquez, profesor titular de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de las Islas Baleares, indicó que "no solo los pequeños propietarios, sino las grandes empresas y capitales quieren vivir de rentas, proporcionando la economía colaborativa una buena coartada a este proceso, sea para vivir de ellas o para auto explotarte sin un contrato o un salario". Por último, Antonio Pérez, miembro de la Plataforma Canarias Por Un Territorio Sostenible, resaltó "la absoluta desregulación" del sector en las Islas.