El último brote de ébola en la República Democrática del Congo (RDC) suma 88 casos confirmados -de los cuales casi medio centenar ha fallecido- al cumplirse hoy un mes del inicio de la epidemia, que ya se considera la más grave en el país de los últimos diez años.

A los 88 positivos hay que sumarle otra treintena de casos probables de los que nunca fue posible tomar muestras para poder tener una confirmación de laboratorio.

De la misma manera, si se tienen en cuenta estas cifras la suma de víctimas mortales asciende desde 47 (casos confirmados fallecidos) a 77 (sumados los casos sin posibilidad de demostración).

Además, las autoridades médicas investigan actualmente otros 13 casos sospechosos, según informó el Ministerio de Sanidad congoleño en su último informe de situación, actualizado con datos hasta el 31 de agosto.

Las cifras convierten a esta epidemia -la segunda en la RDC durante este 2018- en la más grave de la última década.

Si bien el país vivió otros 5 brotes en ese periodo, hay que remontarse a 2007 para encontrar datos peores: 264 casos y 187 fallecidos.

Esta epidemia tiene su foco en el noreste del país, en las provincias de Ituri y Kivu del Norte, con especial incidencia en esta última.

El virus se transmite a través del contacto directo con sangre y fluidos corporales contaminados y es más virulento cuanto más avanzado está el proceso, llegando a alcanzar una tasa de mortalidad del 90 %.

A lo peligroso de la enfermedad hay que añadir que este brote se da en una zona de conflicto donde hay activos más de un centenar de grupos armados

Esto dificulta la respuesta médica ya que incluso la OMS ha señalado con preocupación que hay "zonas rojas" a las que no se puede acceder.

En cuanto a la respuesta sanitaria, las organizaciones médicas internacionales que trabajan en el área y el Gobierno congoleño están llevando adelante una campaña de vacunación que ya ha alcanzado a algo más de 5.000 personas.