En la fase final de la conversación, el entrevistado se convierte durante unos segundos en entrevistador y hace una pregunta: ¿Sabe cuántos años tengo? Mi cálculo apunta a los 80. "Casi acierta, 81", responde sin flaquear. Wolfgang Kiessling, presidente de Loro Parque Fundación, no ha regateado ni una sola cuestión. Durante más de media hora habla del Puerto de la Cruz que se encontró hace cinco décadas, de la Ciudad Turística de hoy, de los problemas administrativos que continúa encontrando en su expansión empresarial en suelo grancanario, de los animales con los que comparte vecindario -su residencia está a diez pasos del despacho desde el que dirige sus negocios-, de las protestas de los animalistas... "A esos sinvergüenzas les podía haber pasado algo muy malo", comenta sobre la acción que llevaron a cabo tres activistas -se tiraron a la piscina en medio del espectáculo de los delfines- a finales del pasado mes de agosto.

¿Vivir tan cerca de la oficina le permite separar su vida familiar de su faceta empresarial?

Cuando tienes una empresa es como tener un hijo; no puedes desentenderte de él a la siete de la tarde y recogerlo a las nueve de la mañana. Esto es una maravilla. Para mí el parque es igual durante el día y la noche. Mi felicidad y las preocupaciones residen aquí...

¿Pero tener el salón de su casa a unos pasos de este despacho es como estar "atado" al trabajo?

Yo también tengo mis momentos de desconexión. Claro que sí. Pero los días en los que me despierto a las tres de la mañana el primer pensamiento siempre está alrededor de la empresa: es inevitable analizar cómo están las cosas hoy y, sobre todo, cómo seguirán mañana.

¿Y durante esos desvelos suele realizar visita a los animales?

Muchas veces... Hace días ocurrió. Cuando me entero de que un animal no está bien o que otro está esperando una cría las tristezas y las alegrías suelen acompañarme en muchas de esas madrugadas.

No se lo tome a mal, pero ¿cómo nace todo esto? ¿Qué ha tenido que pasar para llegar hasta aquí con cuatro loros y supongo que muchos sueños?

Esa es la realidad. Todo lo que rodeó aquel primer instante es algo que no podré olvidar jamás. Sentía que estaba construyendo mi futuro, y todavía siento eso, alrededor de un proyecto sobre el que estás poniendo toda tu energía, el poco dinero que tenía y el que me prestaron. Poco a poco empiezas a pensar qué hacer y llega el día en el que abres las puertas por primera vez... Cincuenta minutos después llegó el diluvio. Yo nunca había llover tanto y, por supuesto, el desencanto aprovechó al máximo aquella situación de fragilidad. En tres días no entró al parque ni un alma. Quedé muy tocado. Nunca llegó la rendición, pero sí mucha desesperación. No es fácil saber cómo vas a sobrevivir al siguiente día, porque lo más sencillo es perder la esperanza. Yo no la perdí. No lo digo para presumir, pero soy un luchador al que una mañana se le abrió el cielo para darle otra oportunidad. Lo único que hice fue pelear para lograr mi sueño. No tengo claro el instante en el que cambió mi suerte, pero ocurrió...

¿Esperaba poder vivir un instante como este cuando la diosa fortuna decidió cambiar de acera?

Las cosas ya no me podían ir peor que aquellos tres días de intensa lluvia. Mi padre fue una persona clave para mí. Él insistía una y otra vez en el hecho de que me mantuviera firme y que no me dejara ir. Decía que si tenía clara una cosa, que no dudara, que fuera a por ella con todas mis fuerzas. Todo lo que soy hoy se lo debo a él. Sin aquel empujón moral y económico no habría sucedido nada de esto.

¿En qué instante modificó su perspectiva turística; cómo decidió diversificar sus negocios?

Cuando llegué al Puerto de la Cruz solo tenía era una parcela de 3.600 m2. Lo único que había en ese terreno era la casa que está aquí enfrente. Cuando fui al notario me comentó que no era factible iniciar un negocio sin un socio español. Sin embargo, aclaró que si al parque que quería montar le añadía un hotel y una modesta pista de tenis las posibilidades serían mayores. Entonces, mi casa se convirtió en un pequeño hotel al que llamamos Loro Parque. La estructura la mantuvimos, más o menos, hasta los 90.

¿Ha cambiado mucho el Puerto de la Cruz?

Cuando nosotros vinimos era la perla del Atlántico. Había clubes en los que se movía gente importante, existía un gran movimiento constructivo y el corazón turístico de Tenerife estaba aquí. Tras el accidente aéreo de Los Rodeos (1977) y el desarrollo de la autopista del Sur la actividad económica se acabó escorando hacia el otro lado de la Isla. Esta ciudad todavía mantiene un minúsculo paquete turístico, pero ya no es lo que era hace 20 años. El Puerto de la Cruz ha tenido la mala suerte de quedarse con una clase turística que gasta poco dinero en el municipio. Eso no ha conseguido alejar de mi cabeza que esta es la ciudad más bonita del mundo.

¿Tiene la sensación de haber sido protagonista del desarrollo de esta ciudad?

Sí... Este polígono, por ejemplo, no existía cuando yo llegué. Hemos visto crecer muchos hoteles que hoy están a la venta porque han envejecido. ¡Los he visto nacer y morir!

¿El secreto de un buen empresario es saber dar y recibir?

Eso es verdad. Sin ese planteamiento es muy difícil hacer nada.

Al hilo de una respuesta anterior, al final no le ha quedado más remedio que reconocer que "el sur también existe". Se lo pregunto por la expansión de algunos de sus negocios hacia ese costado de la Isla.

Eso forma parte de la lógica económica, pero le voy a contar algo más sobre el Loro Parque... Soy un empresario que nunca ha pensado a lo grande. Yo empecé en esto con un pequeño préstamo que me hicieron mi padre y un amigo. Por esa razón sé valorar cada pequeño paso que damos. Desde el primer día, incluso en aquellos de dificultad, todo el mundo ha tenido su salario. En esa masa me incluyo yo. El mío no es un salario pequeño, pero es un salario. Mi obligación es trabajar duro para ganarme esa paga y cumplir con mis empleados. El resto del dinero siempre se ha quedado en la empresa. Eso es lo que nos ha permitido crecer y asegurar esta estructura laboral. Una vez dije en un discurso que mi propósito en esta vida siempre ha sido elevar un poco más los muros de mi castillo. Esa es la única forma que conozco de proteger a los míos. Por eso lucho en el norte, en el sur y en cualquier otro lugar que me permita consolidar mi espíritu empresarial.

¿Cree que algún amigo o político se ha podido enfadar con usted por buscar una expansión empresarial en Gran Canaria?

(silencio) No sé si están más enfadados aquí que allá... Lo que sí sé es que la decisión de llevar mis proyectos a Gran Canaria nos ha generado muchos problemas.

¿Problemas de qué tipo?

Poder desarrollar el Siam Park en Gran Canaria está siendo bastante dificultoso.

Usted ha declarado en varias ocasiones que si no lo quieren en un lugar no hay problemas. ¿Sigue firme en su propósito de no establecer sus negocios en sitios en los que no es bien recibido?

Sí... Nunca he creado problemas en los lugares en los que me he establecido y estoy convencido de que no llevamos nada malo a esos sitios. Invertimos parte del dinero que hemos ganado aquí (por Tenerife) y aportamos puestos de trabajo y reconocimiento internacional. El Siam Park de Tenerife, por ejemplo, lleva cinco años consecutivos siendo el mejor aquapark mundial. Eso no se logra tan fácil, entre otras cosas porque nuestros competidores directos son gigantes, no una pequeña compañía que ha decidido anclarse a Canarias.

¿Está pensando en instalarse en otras islas?

Ahora estamos concretando lo de Gran Canaria, pero no tengo la intención de irme más lejos.

Usted suele ser cauto en todos sus anuncios, pero en breve se va a dar una novedad que afecta a las instalaciones del Loro Parque.

Durante 20 años hemos luchado por recuperar unos terrenos que vamos a recuperar próximamente. Ese acuerdo lo vamos a firmar ya. Si eso ocurre, vamos a recuperar una franja de mil metros cuadrados que nos permitirá crecer. Al final hemos encontrado una fórmula compensatoria que nos va a permitir desarrollar unas cuantas ideas.

¿Percibe que hay personas que sienten envidia por sus éxitos?

Puede ser... Eso podría explicar lo que sucede en torno al Siam Park que queremos construir en Gran Canaria. ¿Cuántos años cree que tengo?

¿80?

Casi acierta, 81. Lo que intento explicarle es que tengo 81 años y sigo viniendo a la oficina, lo que tenga que pasar mañana pasará.

¿Cuál es el secreto para conservar ese liderazgo internacional?

¿Además del trabajo? Estamos hablando de instalaciones que llevan unida la marca de Disney, de Universal, de un imperio económico como Abu Dabi, de jeques de Dubái, de los asiáticos... Tengo un amigo chino que ha montado un parque como el nuestro, pero con un coste de 1.500 millones de dólares. Ya estamos hablando de inversiones con las que no podemos competir pero, sin embargo, nos premian como los mejores. Supongo que algo bueno estaremos haciendo, ¿no? Eso es lo único que queremos llevar a Gran Canaria: cientos de puestos de trabajo y una atracción de nivel internacional.

Al Loro Parque tampoco le ha ido nada mal en esas clasificaciones mundiales.

No, nada mal. Hemos sido dos veces primeros superando a zoológicos como el de San Diego o el Bronx Zoo (Nueva York). Los clientes son los que deciden que somos buenos en lo que hacemos. Yo no tengo acciones en TriAdvisor. Mi única relación con ellos, y es muy superficial, es con la señorita que me entrega los premios...

Dentro de la Fundación, otro de los aspectos que más se cuidan es su compromiso medioambiental. ¿Eso no es una pose?

No lo es. Somos conscientes de las amenazas que acechan a este planeta desde hace muchos años y nuestra colaboración es firme y sincera. Hace tiempo que llegué al convencimiento de que había tenido mucha suerte a la hora de sacar adelante este parque y dar una seguridad a mi familia. Esta situación generó un compromiso por mi parte a la hora de devolver algo de mí a la naturaleza. La donación de nuestra colección de papagayos fue una de las primeras medidas que tomó la Fundación Loro Parque. Aquella decisión sorprendió muchísimo al que era mi jefe financiero. Antes de morir cruzaba los dedos a diario para que no lo hiciera. Me decía constantemente que no podíamos ceder algo tan valioso. Cada año distribuimos religiosamente un millón de euros en diferentes proyectos internacionales. Esas cuentas las publicamos en nuestra memoria sin ningún tipo de problema.

¿A pesar de esa generosidad, el Loro Parque no está a salvo de las críticas de grupos animalistas como los que protagonizaron un incidente a finales del pasado mes de agosto?

Cada uno de los ataques que recibimos es una injusticia más. Los que nos conocen saben que trabajamos muy duro para tener unas instalaciones modélicas en las que ofrecemos los mejores cuidados a los animales. Nosotros no dejamos que nadie nade con ellos. Los únicos que están autorizados a establecer ese contacto son los entrenadores. Hace poco llegaron unos señores, por llamarlos de una forma educada, y se lanzaron a la piscina con la enorme fortuna de que el personal que trabaja en el Loro Parque tiene bien entrenados a los delfines y no fueron en contra de esa gente. De no haber sido así, a esos sinvergüenzas les podía haber pasado algo muy malo. No hace falta que lo recuerde una vez más en esta entrevista, pero yo soy un defensor de los animales. En ese sentido, pongo todos los medios que están a mi alcance para que reciban la mejor atención. Otra cosa es lo que está ocurriendo con los activistas. Para mí eso sí que es un escándalo que obedece a unos intereses ocultos. En el mundo en el que vivimos no hay nada que esté a salvo de esa gente... Cuando no se meten con la leche, lo hacen con el mundo de la moda o cualquier otra cuestión. Uno de nuestros enemigos más encarnizados es PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales) y su único propósito es dañar la buena reputación que nos hemos con mucho esfuerzo. Tienen una capacidad para manipular la realidad criticando a empresas y encima ganan dinero con ello.

¿Qué tipo de intereses ocultos pueden existir alrededor de esas movilizaciones animalistas?

Principalmente, son unas cuestiones financieras. Le voy a contar un hecho que viví hace poco. Las cosas no me van mal y por esa razón puedo viajar en "Business Class". Un día, durante un vuelo de regreso a Tenerife, se sentó a mi lado una joven desconocida. Mi primer pensamiento, no se lo voy a ocultar, fue en torno a lo afortunada que era aquella chica por poder desplazarse en unas condiciones tan cómodas. Mi sorpresa fue cuando al día siguiente hubo un altercado en el parque con unos miembros de PETA en el que estaba aquella joven. Tan mal no puede estar su economía si logran billetes "Business Class".

¿PETA es su mayor amenaza?

Es un enemigo que se introdujo en nuestra casa con la llegada de Morgan. Antes de que eso ocurriera nadie estaba molesto con nosotros. Entonces vivía mucho más tranquilo, pero ahora el 70% de mi trabajo es ocuparme de los ataques que recibe este parque.

¿Alguna vez ha tenido la tentación de responsabilizar a ese animal por todo lo que ha sucedido?

No. A Morgan nunca la voy a culpar de las locuras que hacen los animalistas en contra nuestra. Es un animal muy feliz que encontró en el Loro Parque -el pasado sábado dio a luz una cría- la suerte de poder vivir. Si hubiera seguido en el mar seguramente ya habría muerto hace mucho tiempo...