Conforme se acercan las elecciones se vuelve más difícil el día a día en las instituciones, en la calle e incluso en las cada vez más presentes redes sociales. La proximidad de las urnas dispara las hormonas políticas de casi todos los que aspiran a ser candidatos de su partido. Y es como si quisieran destacar a toda costa, como si quisieran llamar la atención elevando el tono y la agresividad de las iniciativas e intervenciones. Pero en realidad ¿para qué estamos todos en política? Yo creo que para trabajar hasta el último día por los ciudadanos a los que representamos? Si es así tiene muy poco sentido que unos pocos meses antes de las elecciones la política se convierta en un gallinero. Deberíamos tomarnos nuestras responsabilidades algo más en serio.

Como decía Einstein de la inspiración, la fortuna es imprevisible, pero cuando llegue la suerte es mejor que te coja trabajando. Esa es la única cultura que yo entiendo cuando se trata de hacer cosas: esforzarte para hacer que ocurran. Esta semana, mientras escuchaba los primeros cantos de sirena y veía los primeros efectos de la vida convertida en campaña electoral, pensé en el trabajo que hemos hecho en estos últimos años y lo que queda aún por hacer.

En este tiempo hemos puesto en marcha una política de empleo sustentada en los barrios que es modélica en España y que nos ha permitido bajar más de trece puntos de paro. Hemos iniciado varias líneas para la mejor formación de nuestros jóvenes, porque ellos son el futuro inmediato y favorecemos que más de 1.000 chicos y chicas puedan salir de la isla cada año para mejorar su nivel de idiomas y conocer otros países gracias a un importante impulso en las becas del Cabildo. Con el nombre de Agustín de Bethencourt hemos creado iniciativas que permiten contratar doctores, tecnólogos e investigadores para desarrollar proyectos de investigación que mejorarán la economía productiva de nuestra isla. Y hemos casi duplicado la potencia de energías obtenidas a través de fuentes renovables, pasando de 70 a 130 megavatios.

Hace cinco años, en lo peor de la crisis económica, la capacidad de inversión del Cabildo -y de otras administraciones- era escasa y estábamos endeudados. Hubo que concentrar todos los esfuerzos en políticas sociales, para ayudar a los que peor lo estaban pasando, pero pudimos salir adelante y además hemos podido reducir nuestra deuda en más de un 70%, por debajo de los cien millones. Eso nos ha permitido aumentar la inversión productiva en la sociedad. Por ejemplo, duplicando el esfuerzo en la conservación del Parque Nacional del Teide, que gestiona ahora el Cabildo, o desarrollando un plan de inversiones en la mejora del firme de nuestras carreteras, mejorando nuestros espacios turísticos o invirtiendo cada vez más en la mejora de la depuración de aguas, ayudando así a los municipios.

Hemos trabajado por una sociedad igualitaria y para erradicar la violencia de género aumentando nuestra aportación económica a medidas y proyectos destinados a la protección y asistencia de víctimas de esta lacra, un área en la que hemos pasado de los tres millones de hace cuatro años a los más de siete millones de euros que se destinan hoy.

Hemos puesto en marcha una política revolucionaria en el transporte público, con tarifas planas para los usuarios, gratis para los niños hasta los diez años, bonos para jóvenes de 30 euros o bonos para los residentes de las islas a un precio de 47 euros al mes. Hemos modernizado la flota de guaguas con 207 vehículos más seguros, cómodos y modernos. Hemos mejorado la conectividad aérea de Tenerife que hoy tiene línea con 128 aeropuertos, con los conectamos a través de 265 rutas.

Hemos trabajado muy duro porque los efectos de la crisis fueron también muy duros para nuestra gente. Especialmente para los mayores. Y un pueblo que no cuida de sus mayores es una sociedad fracasada. Por eso creamos más de 1.000 plazas nuevas para mayores y personas con discapacidad, con lo que hemos subido la capacidad de atender a nuestros mayores a 5.022 plazas y atendemos en sus domicilios a cerca de 2.000 personas ancianas, con necesidades especiales o con necesidades de tratamiento.

Y junto a los programas de estímulo deportivo ha sido fundamental la inversión en nuevas infraestructuras, que en cuatro años ha realizado más de 74 actuaciones con una inversión de diez millones de euros. Hemos puesto todo nuestro corazón en un plan insular de Deporte Adaptado que moviliza a 65 centros de enseñanza especial y a 1.800 jóvenes con discapacidad.

Ahora se acercan las elecciones y se respira nerviosismo en el ambiente. Es como cuando estás en el monte y se aproxima una tormenta. Voy a decepcionar mucho a la competencia porque creo que hay que seguir trabajando hasta el último día. A pesar de que cualquier acción pueda tacharse de electoralista, no estamos para distracciones. Cuando toque, llegará el momento de las urnas y de que la gente elija a quiénes quieren para administrar sus instituciones y su futuro. Pero de momento nosotros, todos nosotros, somos aquellos que eligieron hace menos de cuatro años para hacer exactamente eso: trabajar por ellos. Voy a intentar que no se nos olvide.

*Presidente del Cabildo de Tenerife