Cuadros de Rubens y Bruegel, prendas, armas y piezas bélicas del siglo XVI relatan, en una exposición en el Rijksmuseum, el levantamiento que enfrentó entre 1568 y 1648 al protestantismo de los Países Bajos contra la autoridad de Felipe II y la Iglesia Católica, guerra que dio pie al nacimiento de Holanda.

"Como holandeses y habitantes de Holanda somos resultado de ese conflicto y es muy importante que nos demos cuenta de eso. Además, algunas de las cuestiones por las que esa guerra fue iniciada, como la autonomía o la libertad de pensamiento, siguen siendo un tema importante", explicó hoy a Efe el conservador del museo, Gijs van der Ham.

La conocida como Guerra de los Ochenta Años comenzó hace exactamente 450, liderada por Guillermo de Orange y motivada por la persistencia de Felipe II en instaurar el catolicismo más conservador en una sociedad con una gran población protestante.

El director del Rijksmuseum, Taco Dibbits, consideró que los holandeses "se levantaron solo para exigir su libertad de religión y pensamiento, pero terminaron consiguiendo la independencia, lo que no estaba entre sus primeros planes".

Y por eso, para Dibbits, la aventura de preparar la exposición "El nacimiento de Holanda", que podrá visitarse hasta el próximo 20 de enero, "ha sido apasionante", aunque, según reconoció el conservador del museo, "no fue una tarea fácil, al tratarse de un tema muy complicado y un periodo muy largo que involucró a tres generaciones" de holandeses.

La idea comenzó a gestarse hace unos cinco años, cuando Van der Ham comenzó a ojear catálogos, revistas y libros, a visitar museos y a consultar webs de historia, para después planear y estructurar una exhibición de estas dimensiones, que reúne unas 200 obras de arte, testigos de la guerra, y otros objetos que jugaron un papel en el conflicto.

Las obras de arte que se exhiben incluyen pinturas de Bruegel, Rubens y Ter Borch, retratos de Guillermo de Orange y el almirante neerlandés Piet Hein, grandes tapices que muestran batallas y asedios o armas y documentos históricos como los tratados de la Pacificación de Gante (1576) y La Paz de Münster (1648) que puso fin a la guerra.

Un busto de bronce de Felipe II, del 1571 y prestado por el Museo del Prado, abre esta ruta artística por la guerra, infografiada con varios mapas, como el de la construcción de la ciudadela de Vlissingen (1568) de la colección del Archivo General de Simancas.

La ruta de la exposición sigue la misma secuencia de aquella guerra: la revuelta de los holandeses comenzó destruyendo símbolos religiosos dentro de los templos y poco después se disparó la primera bala creando "la etapa del caos", la guerra civil entre los católicos y protestantes de los Países Bajos.

La exhibición muestra obras de arte un tanto triunfalistas, como es el caso del retrato de Antoine de Granvelle (1561) del artista Willem Key, que dibujó al cardenal que fue mano derecha de Felipe II y la persona que más talentos y poder acumulaba del Estado y la Iglesia.

Otras pinturas representan las principales caras de aquella guerra, como el lienzo del 1559 por el maestro Lucas de Heere, en el que el entonces rey de España aparece representado como Salomón, que recibe honores por los Países Bajos, personificados por la reina de Saba.

El arte no se olvida de las víctimas y, a través de piezas que expresan victorias y derrotas, la exposición incluye un lienzo anónimo de 1580 del museo de Aan de Stroom (Bélgica), titulado "La furia española en noviembre de 1576 en Amberes", en el que se ve cómo los soldados españoles, que llevaban meses sin cobrar, masacraron, violaron y saquearon la ciudad más rica del país.

De la Guerra de los Ochenta Años también se guardan algunos recuerdos personales y conmovedores como el sombrero con agujero de bala de Ernest Casimir I, Conde de Nassau-Dietz, junto a la bala que lo mató en junio de 1632, así como prendas manchadas, viejas armaduras, pistolas y algunas monedas.

Tras romper con el imperio español en 1648 y como consecuencia del conflicto, los Países Bajos acabaron también dividiéndose en dos partes: Bélgica y Holanda, ahora dos diferentes países, sociedades, culturas y mentalidades, resaltó van der Ham.

"Algunas de las consecuencias de esa guerra, como los refugiados, el terror, incluso el terrorismo, siguen ocurriendo hoy e influyendo en nuestra sociedad. Estamos a 450 años de esos eventos, pero siguen teniendo significado actual", analizó el conservador.