El día que Quim Torra se presentó en la Moncloa con una botella de licor ratafía y un par de libros, uno de mapas y otro sobre la historia del Val d''Aran, cambió su suerte. Pedro Sánchez quedó obnubilado por unos presentes que desprendían un generoso aroma a insubordinación.

Teniendo en cuenta un capítulo tan grandilocuente, en Presidencia del Gobierno de Canarias ya preparan un listado de regalos con vistas al "vis a vis" que mantendrán en Madrid el 25 de octubre, si no surge una desconvocatoria de última hora, Pedro Sánchez y Fernando Clavijo. Un par de quesadillas herreñas, un cuarto kilo de queso semicurado de Valsequillo, una mallita de papas bonitas ojo de perdiz, una caja de galletas gomeras, una garrafa de malvasía volcánico, unas rapaduras, un cabrito majorero, media docena de jareas de La Graciosa y un ejemplar del "Natura y Cultura de las Islas Canarias". Si con este arsenal de canariedad no mejora la sintonía con el Estado, el socialista se confirmará como el presidente de un país que circula a distintas velocidades.

Hay pulso electoral. Aquí y allí. Sánchez no quiere verse con Clavijo y Fernando intuye un movimiento de presión capitaneado por Ángel Víctor (PSC-PSOE). En camino vienen más invitados (Asier Antona, Ángel Llanos y compañía), pero la "no reunión" de Lanzarote continúa generando ampollas. Si se empeñan en tensar un poco más la cuerda, esto no lo arregla ni la Virgen de Candelaria.