Según un estudio que leía hace unos días, los hombres somos, por género, un gran desastre. No contribuimos prácticamente en nada si no es la pareja, en este caso la mujer, quien dé las órdenes oportunas para que el desorientado varón se anime a moverse un poco y contribuir a las labores cotidianas del día a día. No bajan la basura, no ponen el friegaplatos, de la plancha olvídense, de la compra ni lo sueñen, y todo en la misma línea, a no ser que quien tiene la casa en la cabeza, que es la fémina, lo ordene. ¿Pero sabemos los hombres lo que hay que hacer o nos hacemos los disimulados? Mayoritariamente, somos unos jetas que nos hacemos los disimulados, porque sabemos "grosso modo" lo que hay que hacer antes de hacernos los despistados. Y si esto va cambiando, lo hace más lentamente que el caballo del malo. Son las féminas, según el estudio de marras, las que acaparan la responsabilidad absoluta de cómo lograr que un hogar funcione correctamente cada día. Salvo excepciones, los hogares de hoy en día, y en el siglo que estamos, seguirían siendo un desastre.

Nos levantaríamos a última hora, no haríamos la cama, no desayunaríamos con un mínimo de salud, se nos agotaría la bombona cada dos por tres, y la limpieza, si viviéramos solos, dejaría mucho que desear a no ser que contratáramos a alguien que se encargara de este menester. En definitiva, los machos muy machos necesitamos a una mujer que nos recuerde, cuando no tenemos ganas, es decir siempre, lo que debemos hacer para vivir con un mínimo de decencia. Y esa es la gran mayoría de hombres, si bien es siempre injusto generalizar. El orden, la cabeza, el exquisito funcionamiento y el día a día sin desfallecer los lleva en los genes la mujer. Los hombres, amén de unos carotas, seguimos siendo un desastre. Y en la cama conyugal ni te cuento, qué cosas tú. Claro que esto pasa con todos excepto yo, que soy un viril marciano.

@JC_Alberto