La mala racha de resultados y el descontento con el juego del Tenerife provocaron el domingo la reacción casi unánime del público (más de diez mil personas) en el Heliodoro Rodríguez López pidiendo la dimisión de Miguel Concepción y la de Alfonso Serrano. El lunes, fuentes del club pusieron en entredicho la continuidad del director deportivo, incluso a corto plazo, si persistía la situación actual, con el equipo encallado a pesar del cambio de entrenador. De tal forma que las dudas sobre la continuidad de Serrano fueron el centro de la actualidad blanquiazul ayer. Tal vez por eso, el presidente salió a la palestra, en Canarias Radio, y lo ratificó. Ese vaivén, producido en el escaso margen de tiempo de 24 horas, deja la impresión de que Serrano ha sido elegido de pararrayos de esta situación.

La salida del director deportivo ya está encaminada para el próximo mes de junio, fecha en la que, además, acaba su contrato. Ni siquiera él parece tener ganas de seguir. Precipitar una ruptura en octubre con el hombre que ha hecho este equipo obedecería a la necesidad de acallar el clamor de la afición pidiendo responsabilidades, porque no parece que haya una relación directa entre la salida de Serrano ahora y la solución inmediata al juego y los resultados que necesita mejorar el equipo, de forma perentoria. Antes al contrario, si hay alguna aportación del club que pueda cundir en el trabajo de José Luis Oltra y de los jugadores es justamente la firmeza y la unidad. Lo contrario lo que genera es más inestabilidad. El propio entrenador ha lamentado ya dos veces en tres días que el ambiente que rodea al equipo esté así de crispado.

Si Oltra no consigue cambiar la trayectoria deportiva y sacar al equipo de la zona baja de la tabla, el Tenerife puede verse abocado a una pequeña reestructuración de su plantilla en el mercado de invierno, porque para que vengan refuerzos es necesario que salgan otros jugadores. No hay margen de gasto para añadir fichajes sin prescindir de otros futbolistas. Pero, hasta entonces, la prioridad tiene que estar dirigida a ayudar al equipo a ganar, sin señalar culpabilidades ni escurrir el bulto.