El hombre detenido el lunes en Las Palmas de Gran Canaria por haber matado a hachazos a su padre acabó con la vida su progenitor mientras este descansaba en la cama, de madrugada, unas 15 horas antes de llamar al 112 para contar lo que había hecho, según el auto que dispone su ingreso en prisión.

El Juzgado de Instrucción número 3 de la capital grancanaria ha levantado hoy el secreto sobre las investigaciones que se han realizado respecto a lo ocurrido entre el domingo y el lunes en la vivienda de la calle Italia donde Marcos H.S., de 43 años, residía con sus padres: el abogado y poeta José Rafael Hernández Santana, de 72 años, y María Dolores Sánchez García, de 79, una anciana con una enfermedad degenerativa que requería importantes cuidados.

El auto de ingreso en prisión del detenido no solo detalla cómo fue la muerte de Hernández Santana, sino también por qué el juez estima que Marcos H.S. puede ser responsable también de la muerte de su madre, en grado de homicidio por imprudencia.

Todo comenzó a las 21.00 horas del domingo, explica el magistrado Tomás Martín, cuando el procesado se percató de que a su madre "le pasaba algo", pero, lejos de avisar a los servicios sanitarios o de pedir ayuda a alguien, se puso a darle un mensaje torácico durante una hora.

El detenido ha contado al juez que no sabía si su madre estaba viva o muerta, pero que se quedó esperando a que su padre volviera a casa, sin pedir ayuda en ningún momento para su progenitora.

Cuando su padre regresó al domicilio, sobre las 22.30, no le contó nada sobre lo que le pasaba a la mujer, pero discutió con él, en un enfrentamiento "que derivó" en su decisión de matarlo.

El procesado no atacó a su padre en ese momento. Fue cuanto estuvo seguro de que su padre se había acostado cuando Marcos H.S. cogió un hacha y arremetió contra él en diez ocasiones, provocándole graves heridas que le ocasionaron la muerte, como una fractura de cráneo o la amputación de un brazo.

Sin embargo, según el auto, Marcos H.S. todavía no estaba seguro de si su padre había muerto o no, con lo que permaneció junto al cuerpo y le tomó la temperatura, temeroso de que "pudiera reaccionar". Quince horas más tarde, a las 15.55 del lunes, llamó al 112.

Por esos hechos, el procesado se enfrenta a cargos de asesinato con la agravante de parentesco, a los que se añaden otros dos delitos en relación con la muerte de su madre: homicidio por imprudencia y abandono de persona incapaz.

El magistrado le imputa el homicidio por imprudencia por su reacción ante el empeoramiento de la situación de su madre, por no pedir ayuda de ningún tipo, pero también por la situación en la que se encontró el cuerpo de la mujer.

Cuando la Policía llegó a la casa, relata el auto, apreció una "absoluta falta de condiciones higiénico sanitarias para la atención digna de la fallecida", que llevaba en cama cinco años.

Además, se ha comprobado que hacía seis meses que se había suspendido la atención médica domiciliaria que venía recibiendo la mujer y no se había pedido ningún tipo de servicio de ayuda por dependencia.

El juez precisa que en este momento todavía no se puede determinar con seguridad por qué la mujer dejó de recibir esos cuidados externos, extremo sobre el que solo tiene la versión del detenido, que culpa de ello a su padre.

"Pero es evidente que el propio investigado, que refirió ser el único cuidador de su madre, declarando que se encontraba desbordado por la situación en los últimos meses, lo que incidía en el cuidado de su madre, no lo puso en conocimiento de nadie", añade.

Y, además, considera un indicio en su contra el hecho de que antes de llamar al 112 para confesar el crimen, limpiara la habitación de su madre y recogiera dos bolsas enteras de pañales con heces y orina que tiró a un contenedor de basura, con el propósito, según ha declarado, de que "no pareciera que no la atendía".