Tres meses después de la autorización de la licencia, la empresa Daltre inició ayer el derribo de la conocida Casa Amarilla, un inmueble construido en 1936 para viviendas y locales comerciales cuyo último inquilino cerró el pasado mes de abril.

Con el comienzo de las obras de demolición, Urbanismo da un paso más concreto en su objetivo de regenerar los espacios del ámbito de Miraflores, un enclave santacrucero que durante los últimos meses ha sido objetivo de polémica entre el Ayuntamiento de Santa Cruz y el Cabildo de Tenerife por las diferencias existentes de criterios sobre la protección de algunos inmuebles.

Lejos de la polémica, la Casa Amarilla representaba un punto negro del callejero de la zona, considerado por su estado de abandono un foco de insalubridad y una amenaza para la seguridad de los viandantes y bienes próximos.

Según relató la edil de Seguridad de la corporación, Zaida González, el derribo del inmueble es el mejor símbolo de la política emprendida por el municipio para regenerar la trama urbana de la capital y recuperar y regenerar espacios públicos muy deteriorados desde hace años.

El concejal de Urbanismo, Carlos Tarife, explicó que "las obras de demolición se prolongarán durante las próximas tres semanas, mientras que la limpieza general de los 2.423 metros cuadrados que tiene el solar se completará en 2 o 3 meses". En cualquier caso, "las obras van a modificar el área tal y como la conocemos hoy, devolviendo al entorno la dignidad perdida durante años".