Un par de años después de la explosión de la crisis de 2007, algunas personas nos planteábamos que había hecho Japón para salir de una crisis similar años atrás y comenzaba a debatirse si el modelo para superar el paro, el déficit y la falta de financiación privada se afrontaría mejor con una política de austeridad, que proponía la Unión Europea, o de expansión por la que apostaba la Administración Obama.

Once años después, EEUU ha conseguido salir de la crisis mediante una política de inversión pública y tipos de interés nulos, llegando, a fecha de hoy, a enarbolar la bandera del pleno empleo, con una tasa del 3,7%, mientras que en la zona euro tenemos un 8,1% y en España un 15,2%.

Cierto, también, que en EE UU comienzan a subir los tipos de interés y las bolsas se están ajustando a la baja contagiando al resto de países, haciendo pensar si el que da primero da dos veces, o si correr demasiado, recalentando la inversión pública sin ajustar su presupuesto, puede conllevar a una enfermedad económica endémica.

En cualquier caso, ninguna de las dos políticas son originales, sino una adaptación a la economía del siglo XXI de viejas teorías económicas que polarizan los debates desde hace décadas. Pero es indiscutible que de la crisis se sale con planificación, sacrifico, compromiso y tiempo.

Esta situación me hace pensar en lo importante que es aprovechar el talento acumulado de la generación gris que está jubilada, o a punto de hacerlo, junto con la generación sostenible que crece desde un embrión falto de experiencia, pero con una visión a largo plazo insustituible a la hora de tomar decisiones.

Nos estamos metiendo en una sinergia generacional perniciosa en la que los jóvenes desechan la experiencia acumulada de sus líderes y solo aceptan lo disruptivo y anárquico mientras que la generación gris, harta de los desprecios y, tal vez, investida de un manto de soberbia, se aleja hacia un módulo de resentimiento y desencanto, cuya principal perjudicada es la sociedad que se ve abocada a un bucle de comienzo y fin donde la continuidad y el asentamiento de los peldaños ganados por generaciones anteriores se pierden en la noche de los tiempos, impidiéndole avanzar como otras sociedades mas avanzadas y solidarias intergeneracionalmente.

La consabida diferencia entre gestores y estadistas.

*Vicepresidente del Consorcio de la Zona Especial Canaria