Suelen las calles del centro lagunero, de por sí siempre concurridas, ver incrementada su afluencia los sábados y domingos, cuando se convierten para muchos en lugar de paseos reparadores antes de afrontar la semana. Y suele ser también la Villa Mariana de Candelaria, con la Morenita como imán importante, una zona habitual de asueto dominical. ¿Y si se uniesen las dos?, ¿y si, además, la meteorología acompañase? La respuesta, obvia, se comprobó ayer en Aguere.

Todavía con los ecos de una tarde-noche intensa para los feligreses y para los amantes del acontecer histórico local (la multitud, el incienso, los "¡viva la Virgen de Candelaria!", el boato característico de estas citas...), la Ciudad de los Adelantados vio cómo la Patrona multiplicaba lo que suele ser un domingo al uso. A mediodía, el trajín se extendía por todas las vías principales, con el entorno de la Catedral como epicentro. El puesto de una turronera en medio de la plaza parecía avisar de que lo que ocurría estaba relacionado con alguna cita popular, algo identitario... y las opciones las acotaba la inusual cola en el templo, en la puerta del lateral de La Carrera (curiosamente, la de la calle Bencomo también se encontraba abierta y el paso, expedito).

Lo de fuera tenía traslación al interior de la iglesia. O al revés, porque el destino de muchos de los que "lagunearon" (ese neologismo tan de moda) ayer se hallaban dentro: la Virgen de Candelaria, cambiando con ello ese repetido lema de la peregrinación de cada agosto a la Basílica de "Todos los caminos conducen a Candelaria". Desde el altar principal, el ex deán de la Catedral Julián de Armas -al que la tempestuosa y casi interminable restauración del emblemático inmueble convirtió en su día en un actor habitual de la actualidad- oficiaba una misa, en la que no faltaron algunos de esos "vivas" por la Patrona y aplausos que se han vuelto una tónica desde que comenzó esta salida extraordinaria de la Morenita con motivo del bicentenario de la Diócesis.

Terminada la celebración, con la Catedral repleta, un mensaje empezó a repetirse (como una decena de veces) por la megafonía: arrancaba otra misa y no era momento para visitar a la Virgen. "Ahora vamos a celebrar la eucaristía, que es lo más importante que tenemos", "Les ruego colaboración", "Vamos a desalojar la Catedral"... Lo decía un religioso en tono cada vez más imperativo. "Nada es tan valioso como la eucaristía", insistió. Instrucciones de difícil digestión para quienes se habían desplazado, cada uno con su historia, desde los barrios u otros municipios con el deseo de encontrarse con la imagen.

Pues nada... todo el mundo para la calle, que en ese momento era trasiego y bullicio, un "ambientazo", como un ensayo de la parte diurna de la Noche en Blanco. Paseos, la popular dulcería de Porfirio con una fila de clientes esperando en el exterior, gente a la que le dio por salir a correr por las peatonales en mitad de aquel rebumbio y, unos metros más hacia Herradores, los acordes de uno de los grupos callejeros asiduos del casco: Loop''n Loompa, de Emilio Cedrés y Simone Turinese. Subiendo La Carrera, más viandantes. Unos trovadores repartían "flyers" a las puertas del teatro Leal y, ya en la plaza de La Concepción, otra de las imágenes de la jornada: decenas de personas pegadas al móvil cazando pokemon, un juego que parece que ahora repunta. Y en contraste, no muy lejos de allí, varios miembros conocidos del mundillo de las cofradías, la víspera voluntarios de la peregrinación, revivían las anécdotas del traslado de la Virgen como quien comenta las mejores jugadas de un partido de fútbol. Cosas de Aguere.