El museo afroamericano de Washington se encuentra en el Mall, lo forman unos troncos piramidales invertidos con una cubierta de celosía de color cobrizo; en la fachada sur unos vanos rectangulares sugieren la forma de una máscara. Fue iniciativa de Bush, pero se inauguró con Obama. Enfrente se encuentra desde hace mucho el museo indio. Nunca he pasado de su bar, donde hay cerveza, bien escaso en la zona. Hace décadas me interesó la antropología y etnología, pero solo albergo desdén por la etnografía, el folclore y el turismo étnico e interés afectado.

En EEUU el 13% de la población es de raza negra, los latinos alcanzan el 30% y hablan hasta la tercera generación español y son católicos. Los negros solo hablan el idioma oficial del país: el inglés, y practican cultos que forman parte de los pilares simbólico-religiosos de la nación: el cristianismo reformado. Participarían pues del "esencialismo" americano, menos por la piel.

En lugar del culto a los muertos de las culturas primitivas, ahora asistimos a la ofensiva del culto a la condición víctima de las generaciones anteriores (reales o falsos ancestros), ya sea por infligirla o padecerla aquellos. Es una de las grandes manifestaciones culturales de nuestra época: su "Zeitgeist". Simulacros y virtualidad frente a autenticidad y realidad.

Solo las creencias posmodernas con sus neolenguas pueden conceptuar a los americanos negros de afroamericanos. Casi todas esas poblaciones llegaron antes que la mayoría de los blancos actuales: si los negros han de ser afroamericanos, para ponerles la medalla de víctimas hereditarias, los blancos no serían americanos a secas, sustantivos, esencia americana, sino euroamericanos. Con la definitiva particularidad de que los euroamericanos en Europa se encontrarían próximos a su casa y cultura, pero no así los afroamericanos en África, de donde se sentirían radicalmente ajenos. De cuya "americanidad" dice mucho. No son concebibles los EE UU sin la aportación cultural negra, ellos esparcieron fecundas simientes emocionales e identitarias de ese país. Gracias a los negros se levantó América: la esclavitud, la Guerra de Secesión, el góspel, blues, soul, jazz, baloncesto, movimientos de derechos civiles, combatientes en todos las guerras, militares prestigiosos, profesionales, artistas y hasta un presidente. Los americanos negros son troncales y decisivos; y, por su antigüedad, autóctonos: no afroamericanos.

En un país tan multicultural, con tantas parejas mixtas por todas partes, falta el reconocimiento de un gran ingrediente poblacional de dilatada autoctonía (no tanto como la india): chino y japonés desde el S XIX. Formidable crisol étnico de la gran nación cívica.