Podría haber puesto como título de este artículo "La Limpieza del océano", teniendo en cuenta mi criterio de que no debemos utilizar palabras extranjeras cuando nuestro idioma las tenga para definir lo que deseamos, pero en este caso he preferido emplear su nombre original pues es así como se le conoce.

Stephan Zweig, el famoso novelista austriaco que se suicidó en Brasil, aparentemente porque no comulgaba con la deriva del mundo de su época -en plena II Guerra Mundial-, aumentó su fama con una obra "Momentos estelares de la humanidad", en la que quiso destacar la enorme influencia que catorce de estos "momentos" tuvieron para su futuro. Elige entre otros el ocaso del imperio de Oriente (1453), la derrota de Napoleón (1815), el indulto de Dostoievski (1849), el viaje de Lenin (1917), la llegada del capitán Scott al Polo Sur (1912), etc., siguiendo el criterio de que todos ellos ejercieron una tremenda influencia en los acontecimientos mundiales en las decenas de años que los siguieron. Teniendo esto en cuenta, se me ha ocurrido preguntarme cuáles habrían sido esos "momentos" si Zweig hubiese emprendido ahora la misma tarea, y me atrevo a pronosticar que el primer lugar lo ocuparía el proyecto The Ocean Cleanup.

Porque sí, se trata de un proyecto -mejor dicho, ya no lo es pues está en plena ejecución- que increíblemente ha pasado casi de puntillas en los medios de comunicación, y empleo ese adverbio pues en gran medida tiene que ver con el futuro de la humanidad. Desde hace bastantes años, en todos los foros relacionados con el medio ambiente, se viene llamando la atención sobre el cambio climático y el efecto de los plásticos en los mares. Se ha preconizado en esos foros el empleo de varios métodos para evitar que la capa de ozono continúe deteriorándose y posibilite el efecto invernadero -con muy pocos resultados, pues eso implicaría el cierre de infinidad de industrias-, pero quizá donde se ha hecho más hincapié es en el tremendo daño que los plásticos causan en la fauna oceánica. ¿Quién no ha visto en las revistas y periódicos fotografías de tortugas y peces de gran tamaño atrapados en redes de pesca abandonadas, o asfixiadas las primeras al ingerir bolsas de plástico que obstruyen sus vías respiratorias? ¿Y qué decir de los plásticos microscópicos que ya todos consumimos al ingerir pescado? Porque ese elemento, en alguna ocasión llamado el descubrimiento estrella del siglo XX, tiene un serio inconveniente para la alimentación de los humanos, y es que la luz solar no lo destruye pero sí lo convierte en elementos microscópicos que tragan luego los peces y, posteriormente, nosotros.

Las campañas para concienciarnos de lo dañinos que resultan los plásticos han sido, insisto en ello, constantes. Las televisiones nos bombardean con mensajes en ese sentido; los mismos fabricantes que envasan sus productos con ese material llaman nuestra atención para que los reciclemos; en algunos países se premia esa actitud protectora del medio ambiente con descuentos en la declaración de la renta, y si bien se ha conseguido mucho, la realidad nos llena de estupor: en medio del océano Pacífico hay actualmente una ''mancha'' de plástico que ocupa una superficie similar a las de España, Francia y Alemania juntas. Y no es la única, pues también existen otras en el Atlántico y el Índico, aunque por fortuna no tan grandes.

La eliminación de este elemento tan perturbador para el mantenimiento de la vida animal -no solo la humana-, creo yo que habría sido motivo suficiente para que Zweig, como dije al principio, lo incluyera en una obra futura de haber permanecido con vida, ya que ¿qué momento puede considerarse más estelar para la humanidad que aquel que posibilitara su conservación?

El asunto merece nuevas entregas que me propongo abordar en el futuro.