Vecinos del entorno del Mercado de La Abejera, en el populoso barrio de García Escámez, reclamaron ayer más seguridad en el ámbito de la estructura, una demanda determinada por el robo que sufrió uno de los puestos hace unas semanas tras forzarse una de las entradas laterales. En este caso, varios residentes vinculados a los colectivos vecinales aseguraron que no es la primera vez que entran para robar, siendo la joya de la corona una de las máquinas tragaperras que tiene la cafetería en el local. "Esto se ha convertido en un problema de seguridad que puede ir a más y tenemos que estar atentos a que no hayan más casos de este tipo".

"Fueron ciegos a por la maquinita recreativa y que sepamos, ninguno de los pocos puestos que quedan abiertos en su interior sufrieron ningún percance", añadieron los vecinos denunciantes, que no quisieron darse a conocer "para no ser señalados", argumentaron.

Precisamente, varios de los regentes de los pocos puestos que quedan abiertos confirmaron que "ninguno hemos sufrido robos", aunque reconocieron que la entrada a la instalación ha provocado "cierto temor, porque nunca se sabe si mañana van a volver a entrar y hacer destrozos o robar cualquier cosa, aunque sea de poco valor", dijo una de las responsables.

Los vecinos denunciantes apuntaron que los cacos entraron por uno de los laterales, justamente en el pasaje por donde se entra a la asociación de vecinos. "Se tomaron su tiempo. Lo que abrieron fueron los hierros de la parte alta de la puerta metálica lateral que existe por este lado y pudieron acceder sin ningún tipo de problema para robar".

Tras la entrada de los desconocidos la puerta metálica ha sido reparada y reforzada con barras laterales desde el interior para minimizar en lo posible cualquier otro intento de forzar el acceso nuevamente.

La estructura del actual mercado de La Abejera, fabricada en Londres con piezas de hierro, llegó al puerto de Santa Cruz en el año 1897 a bordo del vapor "Nubia". En sus orígenes fue el complemento de la Recova Vieja de la ciudad en la plaza Isla de la Madera, fundamentalmente como lonja de pescado, tras el encargo realizado por el arquitecto municipal Antonio Pintor. Tras caer ser casi abandonado, en el 2014 fue sometido a una rehabilitación, siendo reinaugurado en diciembre de ese año.