Una fachada de ladrillos entrelazados que juegan con sus propias formas, los colores habituales de Marrakech, rosas palo y tierra, tradicionales ramas de laurel y roble, baldosas de zellige y granito reciben al visitante al llegar al Museo Ives Saint Laurent de Marrakech, la ciudad que tanto conmovió al diseñador francés.

Este museo es uno de los sueños del modisto, quien desde 1964 hasta su muerte en 2008, decidió conservar, de cada una de sus colecciones, una selección de prototipos, hoy convertidos en piezas de arte. En el museo puede disfrutarse, como si uno estuviera en el forro interior, de color azul Majorelle, de una chaqueta de alta costura, de muchos de ellos con todos sus accesorios: joyas, zapatos, guantes, sombreros, etc. y también del archivo, ya histórico, de sus bocetos originales, hojas de taller, fotografías y vídeos de desfiles, libros de clientes, archivos de prensa, etc.

El Studio KO fue el equipo de arquitectura encargado de diseñar este edificio de 4.000 metros cuadrados que es el primer museo dedicado a la moda en África y una de las atracciones culturales contemporáneas más interesantes del continente.

El museo incluye espacios para exposiciones permanentes y temporales, una biblioteca de investigación con más de 6,000 volúmenes, un auditorio con capacidad para 150 personas y una librería, con estanterías de ámbar lacado, y cafetería con terraza, con maderas pálidas, lámparas de yeso, mármol blanco y muebles de mimbre de color amarillo canario, además del gran archivo de la Fundación Pierre Bergé.

El museo se encuentra en la calle que Marruecos ha dedicado al modista más enamorado de esta ciudad, Rue Yves Saint Laurent, que se encuentra justo al lado del Jardín Majorelle, un maravilloso jardín botánico de 12 acres que antiguamente perteneció al artista Jacques Majorelle, comprado y restaurado por Saint Laurent y Bergé en la década de 1980 y cuyos tonos azul Klein, también conocidos ya como azul Majorelle, se entremezclan con la vegetación tropical.

La arquitectura del edificio en sí misma, además de incorporar referencias al trabajo del modisto, utiliza materiales y técnicas de construcción locales, y se crea en armonía con el entorno histórico de la ciudad de Marrakech. Su exterior incorpora ladrillos rosa de terracota cuyo despiece y colocación recuerdan la urdimbre y la trama de una tela, así como volúmenes curvos y angulares en terrazo de color tierra que desde el Studio Ko dicen que hacen referencia a la "sucesión de formas delicadas y audaces que caracterizaron la obra de Yves Saint Laurent".

En contraste, el vestíbulo del museo tiene paredes blancas lisas que están diseñadas para evocar el forro aterciopelado de una chaqueta de alta costura. Unas vidrieras monocromáticas que rodean la pared curva del vestíbulo parecen inspiradas en las vidrieras de estilo marroquí tradicional. El espacio de exposición permanente de unos 400 metros cuadrados fue diseñado por el escenógrafo Christopher Martin y en esa exposición se puede curiosear en la versión de Martin sobre los temas fundamentales en la obra de Yves: la dicotomía entre lo femenino y lo masculino, sus viajes imaginarios y reales, su pasión por los jardines y el arte y su relación con la negritud, África y Marruecos. Por supuesto no faltan en la colección piezas clave como el smoking, el vestido Mondrian y la chaqueta safari.

Hay paredes negras y azules, donde se proyectan instalaciones audiovisuales que contextualizan cada una de las piezas expuestas. Dice Christopher Martin que "no es una retrospectiva, sino un viaje al corazón de su trabajo".

Fundado por Olivier Marty y Karl Fournier, Studio KO recibió el encargo de diseñar el museo por el fallecido Pierre Bergé, socio de toda la vida de Yves Saint Laurent. Bergé, quien planificó el proyecto, falleció el 8 de septiembre de 2017, poco más de un mes antes de su apertura.