Desde que un antibiótico es consumido por primera vez, su índice de eficacia empieza a descender progresivamente. La resistencia a los antibióticos es un problema que afecta a todo el planeta y que en 2050, según el informe ONIL de la Organización Mundial de la Salud (OMS), podrá causar diez millones de muertes alrededor del globo.

La batalla de los microorganismos contra estos medicamentos comienza cada vez que son suministrados. Como explica Diego García Martínez de Artola, farmacéutico especialista del área de Microbiología Clínica del Hospital Nuestra Señora de la Candelaria, las bacterias van respondiendo a estos estímulos que las matan haciéndose más fuertes y consiguiendo genes para luchar contra ellos. "Estamos dentro de una competición en la que en un lado está nuestra industria farmacéutica, a la que no se le ha despertado gran interés por producir nuevos fármacos, y por otro las bacterias, que se van adaptando y siendo más resistentes a los antibióticos actuales", alertó el microbiólogo.

En España, ya hay estudios que demuestran que hoy en día mueren unos 35.000 pacientes con bacterias multirresistentes. Al no haberse realizado un seguimiento estricto, esto no quiere decir que su fallecimiento tenga que ver con ellas directamente, pero "está claro que en muchos casos está relacionado", como resaltó García Martínez de Artola. La lentitud de los humanos en esta guerra está generando que los microorganismos estén ganando la batalla. A corto plazo, esto provocará infecciones intratables, mientras que a largo plazo, y en casos extremos, estaremos hablando de no poder implementar ciertas cirugías debido al riesgo de infección.

Por esta razón, y por tercer año consecutivo, el microbiólogo ha coordinado la celebración de unas Jornadas de Uso Prudente de los Antibióticos, que se llevaron a cabo en el día de ayer y que fueron organizadas por los colegios profesionales de Médicos, Farmacéuticos, Dentistas, Podólogos y Veterinarios, es decir, "todos los que tienen capacidad prescriptora".

La idea principal que se quiso transmitir en estas jornadas es que "el problema lo tenemos encima" y que todos "nos podemos hacer nuestro hueco y sumar". De hecho, y aunque las jornadas no estuvieran dirigidas directamente a ellos, los pacientes y la sociedad en general tienen una importante tarea que cumplir para evitar que el conflicto continúe.

Quizás ahora no ocurra tan a menudo, pero hubo una época en la que la población guardaba parte de los antibióticos para tomarlos cuando estimaran necesario. Así, el mismo antibiótico se usaba también para una gripe o un catarro. Igualmente, la industria veterinaria ha estado años utilizando microbianos "sin control", especialmente en España.

"No es que nosotros como consumidores de ese alimento nos tomemos directamente el antibiótico, porque un antibiótico que se suministra a una vaca al cabo de 8 días se ha eliminado", explicó García Martínez de Artola, que continuó alertando de que "la vaca tiene una flora bacteriana muy similar a la de los humanos y si adquiere microorganismos resistentes, el consumidor final acabará adquiriéndolos en un porcentaje relativamente alto". "Es absurdo que controlemos el uso de antibióticos en humanos, si luego nos comemos un filete y acabamos adquiriendo genes de resistencia", remarcó.

La solución a este problema no tiene una única vía, "hay soluciones infinitas", por lo que, tanto profesionales como el Estado y la industria, deben adquirir "un punto de vista lo más abierto posible" y global que permita abordar todas "de manera secuencial".

En este sentido, el Gobierno central ya ha empezado a hablar de esta dificultad en los Presupuestos Generales del Estado (PGE), incluso proporcionando una partida específica dedicada al tema, y está trabajando en el Plan Nacional de Resistencias. "Aún es insuficiente, no avanzamos a la velocidad que lo hacen las bacterias", recalcó el microbiólogo, que sin embargo insistió en que, al menos "estamos dando los primeros pasos".