Nunca fue alcalde, ni presidente de cabildo o de la Comunidad y, sin embargo, el nombre de Juan Carlos Alemán debe estar en letras de oro en el frontispicio de la democracia en Canarias de finales del siglo XX y principios del XXI. Sí fue edil (Garachico y La Laguna), consejero tinerfeño y diputado regional, pero, sobre todo, fue uno de los dirigentes del PSOE canario más valorados y, en palabras de Fernando Clavijo, imprescindibles para que la senda socialista nunca se fuera al sectarismo y sí hacia el diálogo, consenso y respeto al otro por muy firmes que fueran los principios. Que lo eran; vaya que sí.

No obstante, y como quedó constatado en la tarde de ayer en un emotivo homenaje a su figura en el Parlamento canario, Alemán fue, por encima de otra consideración, una buena persona. "Un caballero", un "amigo", socarrón y de discurso rico, pero de ideas cosmopolitas, universales y humanistas que siempre aliñó con una sonrisa, tal y como remarcó Manuel Armas, compañero de tantos días y noches en el PSOE y en la vida.

Un hombre "alegre" que contagiaba la alegría desde su pasión por sus ideas, pero de profundas convicciones democráticas, primero en la lucha clandestina y la Transición en el PCE y, desde 1983, integrando el Grupo Socialista de Garachico, adonde llegó en su también dilatada faceta docente. Desde ahí a, muy pronto, la secretaría de organización del PSOE (siempre se sintió más realizado en el trabajo interno que en un cartel), la secretaría general del PSC, la candidatura presidencial (2003) y a La Laguna (2007), acabando en la Audiencia de Cuentas.

Aparte de Clavijo, que entregó una placa de reconocimiento a la familia, al tributo de ayer acudieron todos los expresidentes, salvo Olarte. El homenaje comenzó con un vídeo que, con fotos desde su infancia a su melenuda juventud o sus muchos ámbitos políticos, repasó su enorme legado. Luego, aunque en la misma grabación, Cristina Tavío (PP), Antonio Castro (CC) y José Miguel Pérez (PSC) alabaron su figura, pero, en especial, su espíritu conciliador, su aversión al desencuentro, su calidad humana y su aportación a las Islas con cuestiones como el REF.

Armas ahondó en el plano personal y, si bien quiso hablar con "el alma" para estar un poco a su altura, leyó unas sentidas palabras que realzaron al Juan Carlos "compañero y amigo", que daba continuas lecciones de grandeza en múltiples ámbitos. El presidente de la Audiencia de Cuentas, Pedro Pacheco, resaltó también su capacidad de trabajo individual o en equipo, dijo que dio lecciones hasta por cómo murió, echó de menos sus paseos en las tardes laguneros y, como si la reiteración sirviera de excelente resumen, se despidió saludando al "compañero y amigo".

Clavijo lo presentó como ejemplo para la política si se entiende desde la diversidad de ideas y la búsqueda de pactos (en el de 2015 fue clave), mientras que la presidenta de la Cámara y compañera socialista, Carolina Darias, visiblemente emocionada, le agradeció no solo su trayectoria y lecciones, sino su apuesta para que otros pudieran llegar a la primera línea.

Pudo haber otras voces que habrían amplificado el tributo, como la de tantos periodistas que, a veces en charlas de horas, acudían a Juan Carlos como oráculo, y no solo del PSOE. Un "sabio" de la estrategia y el momento al que, como reflejó en una entrevista televisiva, siempre le podía el humanismo, como cuando, al recordar la película "El diario de Noa", lloró por el alzhéimer que sufría una familiar. Lo bueno es que, al menos por lo de ayer, Canarias no le olvida a él, el humanista alegre.