Cuando hablamos de sostenibilidad, nos estamos refiriendo a algo que se puede conservar para satisfacer las necesidades actuales, sin comprometer la disponibilidad a futuro. El Aeropuerto Tenerife Sur cuenta con una terminal, la T-1, saturada, en el límite de su capacidad operativa que, en 40 años de existencia, no ha sido rehabilitada, acondicionada, ni actualizada de acuerdo con las necesidades y calidad de servicio que merece un incuestionable foco de atracción turística, económica y territorial como es nuestra isla. AENA (Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea) es una entidad pública empresarial que se encarga de administrar la navegación civil aérea, además de los aeropuertos civiles que prestan servicio en España y que en el de Tenerife Sur sólo ha acometido parcheos para lavar su imagen pública, pero sin resultados en la eficiencia, comodidad y presentación de las instalaciones. Una nueva terminal y la segunda pista son inaplazables, la situación actual es insostenible igual que las instalaciones, para mantener y consolidar la imagen, economía y desarrollo de la Isla.

Hay que lamentar la reiterada desconsideración de AENA hacia Tenerife y para los intereses económicos y sociales de nuestra isla, ya que no nos trata igual que a otros territorios, tanto aquí en Canarias, como en la Península, donde llega a gestionar un total de 46 aeropuertos. Mientras tanto, por toda la geografía peninsular se planifican y se ejecutan obras millonarias en aeropuertos con dudosa rentabilidad económica, con escasa posibilidad de tráfico en pasajeros y mercancías, en cambio, para Tenerife todo son disculpas y datos estadísticos para intentar parar lo que a todas luces es innegable. Se demuestra una vez más, que Canarias queda muy lejos de Madrid, que no se nos entiende desde la centralidad del Estado y las actuaciones que tiene previsto la empresa pública en el aeropuerto Tenerife Sur no significan ninguna mejora cualitativa significativa, que es precisamente lo que necesitamos y sólo servirán, una vez más, para seguir sacando fuera de nuestra tierra los beneficios que se obtienen.

En 2008 se inauguró, con todo boato, una nueva terminal, la T-2, con un coste de 43 millones de euros. Pero al día siguiente de la fastuosa ceremonia se cerró y hoy, una década después sigue tapiada e inoperativa. La primera impresión y la última que se lleva cualquier visitante de la Isla, es esa terminal que avergüenza a todos, perjudica nuestra capacidad y destino turístico, pone en riesgo el desarrollo sostenible de la Isla y repercute negativamente en las posibilidades de crecimiento económico. Hay que exigir con convicción y firmeza lo que necesitamos y pedirlo sin ningún complejo, tenemos que reclamar lo que nos corresponde sin ninguna dilación. No se está requiriendo ningún trato especial ni de favor, sino lo que en derecho y por necesidad nos corresponde.

El pedir una nueva, moderna y eficiente terminal no puede ser óbice para dejar de lado la otra petición prioritaria en el aeropuerto Tenerife Sur, como es la segunda pista y no vale decir que por ahora es mejor sólo centrarse en una y dejar la otra aparcada. No, hay que reclamar las dos. La reivindicación de la segunda pista es estratégica e histórica. Las infraestructuras no se planifican en base a estadísticas, sino de acuerdo a necesidades y proyecciones estratégicas del territorio, la economía y la sociedad, a medio y largo plazo; Tenerife es un destino turístico de primer orden a nivel mundial, tenemos la obligación de asegurar todas las variables que incidan en nuestro desarrollo y crecimiento; nuestra condición de isla nos urge a contar con las mejores infraestructuras aeroportuarias posibles ahora y para el futuro, por eso la segunda pista es imprescindible, para un aeropuerto competitivo. No puede soslayarse en base a criterios estrictamente eventuales, es una actuación que se tiene que adelantar en el tiempo a las seguras necesidades del futuro, es una infraestructura para asegurar la conectividad de la Isla. Pero ahora nos tenemos que centrar en la prioridad absoluta de una nueva terminal con mayúsculas, que sea lo grande, bonita, eficiente, cómoda, moderna, segura, sostenible y funcional, para lo que nuestra isla se merece y necesita. Sumando lo conseguiremos.

*Presidente de Fepeco