Los números goleadores del Tenerife son elocuentes. Frente a su mejoría defensiva, -solo ha encajado los dos tantos del Alcorcón en casa desde que llegó Oltra-, presenta un evidente déficit de gol. No de remate, porque es el segundo equipo de la categoría que más dispara a portería. En una situación así, tener un as en la manga del calibre de José Naranjo, se convierte en un privilegio. El Tenerife necesita a su jugador franquicia y, al mismo tiempo, las características del onubense aconsejan que la mejor manera de recuperar su óptima versión futbolística es a través de la continuidad. No hay con Naranjo un problema físico ni mucho menos de calidad, simplemente parece que el jugador está en medio del trámite de adaptación al equipo.

Oltra decidió sacarlo de la alineación para resetear ese proceso. Lo hizo con buen criterio tratando de evitar la ofuscación del futbolista, en cierta medida presionado por las expectativas con las que llegó, pero la situación ha cambiado: Naranjo ha tenido participación activa en los lances decisivos del equipo (goles y ocasiones) en cada una de sus cortas apariciones en el campo y, al mismo tiempo, el equipo ha presentado una evidente falta de acierto rematador que le ha privado de los triunfos que merecía en casa ante Lugo y Albacete. Parece que ha llegado el momento de que Naranjo empiece a desempeñar en este Tenerife el papel que se espera de un jugador de tanto talento.