Andrés Clavijo recoge los frutos de su apuesta por el fútbol femenino, de su larga trayectoria en selecciones y clubes y de su insistencia en la promoción de la base. Es uno de los pioneros, de los abnegados trabajadores que formaron el germen que hoy -con el Granadilla Egatesa en la elite- es una gozosa realidad.

El técnico tinerfeño, miembro del staff de la selección española sub'' 17 que acaba de entrar en la historia logrando el primer título mundial femenino para una selección de España, regresó el lunes de Uruguay con su tercera medalla internacional junto a la gran protagonista, la jugadora Paola Hernández. "Esta medalla tiene un gran valor emocional, me va a recodar de dónde vengo y quién soy, y que con esfuerzo se puede lograr todo. La guardaré junto a las otras dos, la de campeones de Europa en Lituania y la de subcampeones del mundo con la sub''20 en Francia", asegura emocionado el entrenador, que reconoce que "llevamos mucho tiempo luchando por el fútbol femenino y el reto que tenemos ahora es ampliar las licencias en edades pequeñas, porque eso es el futuro. Haber conseguido este éxito es algo que no se puede describir", porque considera que "sería incapaz de calcular lo que va a significar lo que hemos logrado, lo que va a suponer este Mundial a nivel de clubes y de selecciones; creo que, después de ver la final, muchas niñas pequeñas van a querer ser jugadoras de fútbol, y van a encontrar en poco tiempo sus referentes en el propio fútbol femenino. Ahora mismo lo encuentran en el masculino, los Cristiano, Messi y compañía. Este título ayudará a que eso cambie", explica.

Clavijo se deshizo en elogios para Paola. "Fue fundamental. Ella era titular y venía de formar parte del once ideal del Europeo de Lituania, pero se volcó con las que no jugaban. Su comportamiento personal y su rendimiento deportivo fueron formidables. Y además, humilde, nunca en primera línea ni buscando nada mediático, solo trabajando, haciendo grupo y pensando mucho en sus estudios". Para Clavijo, estas señales fueron clave en todo el Campeonato. "El equipo estaba muy unido en todos sus engranajes, y contábamos con Claudia Pina, que fue un suplemento. Todos los que la han visto en este Mundial saben lo que significa. En el Europeo no pudo estar por lesión".

El técnico tinerfeño pone en valor el sacrificio que representa un torneo de estas características, porque "son 24 horas de dedicación al día durante un mes y tres días, con horas de estudio, con la exigencia y el trabajo en los entrenamientos. Había que adaptarse a un continente distinto y al clima, que estuvo cambiando todo el tiempo. Por suerte llevamos un cocinero con nosotros y las chicas pudieron comer lo que convenía", relata.

Andrés recuerda que "debutar fue difícil, como siempre, pero tras ganar a Corea del Norte en cuartos de final, a penaltis, pero jugando muy bien, sabíamos que el título no se nos podía escapar".