Los dos grandes partidos de la oposición en el Cabildo de Tenerife, PSOE y PP, están escandalizados con el Gobierno canario. La obra del cierre del anillo insular les ha cogido en bragas. ¡Un solo carril en cada dirección! ¡Qué vergüenza! Me siento solidario con sus sentimientos. Después de tanto esperar, resulta que el cierre del anillo en vez de una superautopista es poco más que un camino de cabras (y sus señores maridos).

Pero la sorpresa me sorprende. Porque el PP estuvo cogobernando en la primera presidencia de Paulino Rivero. Y el PSOE en la segunda. Y después con Clavijo. Y el proyecto del anillo está rodando por Obras Públicas desde el año 2009. ¿No se enteraron de nada cuando estaban en los consejos de gobierno? ¿Es que el alcalde socialista de El Tanque, que asistió a todas las reuniones técnicas celebradas el año pasado -en las que se definieron hasta dónde tenían que ir las paradas de las guaguas-, estaba poseído por una enorme somnolencia y no se enteró de que la obra tenía solo dos carriles?

La cruda realidad es que no hay tal sorpresa. El proyecto que se encontró Pablo Rodríguez, el nuevo consejero de CC, era este: un túnel impresionante de cuatro carriles -de los mayores de España- y una inadecuada carretera de dos. Los estudios ambientales para ampliar la vía -en un área protegida- llevarán varios años. Así que la decisión era sencilla: o se lanzaba la obra por los trescientos y pico millones previstos actualmente y se hacía el estudio ambiental durante los cinco años que durará su ejecución o perdíamos un proyecto que caduca en unos pocos meses. Y esto es lo que hay. O lo tomas o lo dejas. Ya pasó con el túnel de El Bicho entre Santiago y Guía, que tenía una sola boca con dos carriles y durante el transcurso de la obra se transformó en un túnel de dos bocas y cuatro carriles, como está actualmente.

Pablo Rodríguez cometió un grave error. Hay que ser pichón para, a tan pocos meses de las elecciones, no salir a explicarlo todo. Supongo que no querría poner a parir a sus antecesores. Pero todos los partidos que hoy se abalanzan sobre la insuficiencia de la obra están practicando un cinismo de plusmarca mundial. La única manera de no quedarnos descolgados era sacar la obra conforme al actual proyecto. Es verdad que habría que preguntarse por qué se diseñó así de mal. Pero esa es otra historia. Y sería llorar por la leche derramada.

El proyecto no es el que merece la Isla. Pero es el único que había a mano. Si se puede acabar la obra ampliando a cuatro carriles, se habrá resuelto el problema. Si no, nos quedaremos a dos velas. Pero Tenerife no podía perder la purriada de millones que supone la inversión en la obra del cierre del anillo. Y los partidos que hoy protestan lo saben perfectamente.