Le da exactamente un "Ropoponpón", un "Vino, noche y viejas" o "Mi gran noche" de Raphael, a Efraín Medina no hay sonsonete que se le resista. Para felicitar la Navidad, para amenizar un concierto en plena plaza de la Candelaria o para subir su ánimo cansado en un coche, el vicepresidente del Cabildo de Tenerife no se corta un pelo a la hora de entonar la canción más insospechada. Mientras toda la Isla, avergonzada, se ve incapaz de hacer algo parecido, ahí está él, afinado o totalmente desafinado, pero cantando. La pasión de Efraín es la música, de la que hace gala cada vez que puede; y uno de sus grandes valores es la autoestima, que lo hace colgar sus vídeos cantores en cualquiera que sea la red. Efraín, sobre el que no es la primera vez que escribo, es un sentimental sin complejos al que cualquier día veremos cantando con los mismísimos Sabandeños, y si su trabajo lo dejara, en "La Voz" u "Operación Triunfo". Y es que pasa de lo que a la gente más le asusta: que la critiquen.

Y una crítica puede ser para bien o para mal. Y eso a "Efra" le importa un pimiento. Su villancico del "Ropopompón" lleva camino de convertirse en un hit por el número de reproducciones, por su cercanía y por acordarse del maltrecho pueblo venezolano, donde fue apodado en sus comienzos en el mundo de la canción: "El nuevo Juan Gabriel". Quién fuera Efraín y tuviera la capacidad de dejar a un lado todos los complejos y pasarse por el forro de las vergüenzas la mala baba de la gente. Y por si todo fuera poco, nada tiene que ver su faceta artística con la profesional, que desarrolla con éxito. Pero es todo él. Junto a su voz, su cuerpo se contorsiona y su cintura se cimbrea como pidiendo más marcha. Y por eso la gente lo adora. Efraín es un tipo normal que rompe con tanto absurdo postureo de hoy en día. Y lejos de llamar a los políticos a convertir las elecciones en una pista de baile: ¡Ole tus testículos Efraín!

@JC_Alberto