Una mayoría de partidos políticos en Canarias decidieron aumentar la nómina de diputados en el Parlamento regional pasando de sesenta a setenta. Diez escaños más con sus correspondientes salarios, dietas y gastos añadidos. Las razones que dieron se basaban en un buen propósito -mejorar la proporcionalidad de los votos de las islas mayores con respecto a las menos pobladas-, pero eran absolutamente falsas. También se puede mejorar la proporcionalidad reduciendo el número de diputados. Pero los sacrificios y los recortes siempre son para otros. Para los que están en la calle. Para los que se desloman trabajando para pagar impuestos.

Para llegar al acuerdo de subir la plantilla de diputados tuvieron que irse a Madrid, porque en Canarias no podían. CC y ASG se negaron a cambiarla. Y Podemos decía que sí, pero sin que le costase un euro más a la gente. Pero no hay problema. PSOE, PP y Nueva Canarias, con el apoyo de Ciudadanos, dieron un ejemplo de verdadero compromiso con la autonomía llevándose la decisión a la metrópolis, para que viniera impuesta desde arriba, como en los buenos tiempos franquistas. El centralismo es bueno si crea empleo.

Por supuesto, mintieron. Dijeron que esos nuevos diputados no iban a suponer mayor gasto para el Parlamento regional. Que los restantes diputados se retocarían los salarios para que al final el gasto fuera el mismo. Para empezar, este año ya se han subido los sueldos. Las obras de reforma del salón de sesiones, para hacerles hueco a esos nuevos diez diputados, van a costar un pico. El presupuesto del Parlamento para el próximo año ha subido casi un 20% y eso que ni siquiera han empezado a cobrar los nuevos diputados. Y cuando todas esas falsedades se les recuerden no pasará nada. Muchos están convencidos de que los ciudadanos son mayormente tontos y olvidadizos. Y desgraciadamente creo que tienen razón.

Los que tomaron la decisión de aumentar la plantilla en diez diputados no pensaron en cómo definir el sistema para elegirlos en toda Canarias. Y entonces les empezaron los sudores. Porque no quieren una lista regional ni hartos de grifa. Como los pulpos de risco, hay líderes de partidos que para sacarles de la cueva de su isla hay que meterles un bichero. Porque una urna regional puede demostrar -más allá de cualquier duda razonable- que sus apoyos en todas las islas son más falsos que un euro de chocolate. Y porque no quieren una urna regional de ninguna manera se han inventado unas papeletas de colores para votar al Parlamento. Dos colores para dos listas que irán en dos sobres a una misma urna para elegir dos tipos de diputados, para enredar el recuento y para ponérselo aún más difícil a los que tienen que votar. Un día no les votará nadie, pero tal vez ni les importe. Ellos van de ocurrencia en ocurrencia hasta la ocurrencia final.