"La "discrepancia", según el diccionario es una "falta de acuerdo entre dos o más personas" o "falta de aceptación de una situación, decisión u opinión".

Mi ilustre amigo Alejandro José Gallard Prio, desde su morada, allá en Philadelphia. EE.UU. semanalmente nos ilustra con sus bien fundamentadas reflexiones en su semanario digital El Archivo, haciendo gala de unos conocimientos envidiables productos de sus mas que amplias correrías por el mundo de la empresa política, algo que ha fructificado para bien y luce brillantemente con sus noventa y tres años a cuestas. Es todo un ejemplo de conocimientos y vitalidad.

Hoy nos toca un tema mas que vidrioso, que a muchos - demasiados - no les va a gustar un ápice, pero que nosotros en esos de instar, presiona e insistir, no queremos dejar pasar por "debajo de la mesa".

Van algunos de sus sesudos párrafos de El Archivo de hoy domingo de Diciembre 2018, pero que bien pueden acuñarse en la fecha que mas nos guste.

"Ustedes dirán: ¿pero que de nuevo tiene que haya falta de acuerdo entre dos o más personas?; y tienen razón, nada nuevo, pero si existe un problema - y muy serio - que esta "falta de acuerdo" no se respete, pues lo primero que destruye, es el derecho a discrepar, a nivel personal y por sobre todo comunitariamente, ya que sin ello, perdemos el incentivo a trabajar unidos por el bien común.

"Esto último es lo que está sucediendo en los países donde no se respeta el derecho inalienable de la ciudadanía a discrepar, donde la voluntad de un "alguien", un "todopoderoso" prohíbe hasta el derecho a expresar discrepancia, que es la válvula de escape que tienen los pueblos en las democracias, para lograr cambios a políticas y/o legislaciones que les impide progresar. No es una rebeldía, como lo quieren hacer aparecer los "mandamás"; todo lo contrario, es una demostración de que aun en sus penurias, los pueblos no han perdido la esperanza de salir de la pobreza, reclamando sus derechos cívicamente, demostrando que existe ese espíritu de lucha que se necesita para progresar."

"Los que tenemos la dicha de viajar a países donde saben que su riqueza radica en el sistema educacional y en su permanente preocupación por la salud ciudadana, nos avergüenza que aquellos pocos que han tenido la oportunidad de haber convivido en estos mundos se olviden de lo aprendido a su regreso al lar nativo y, como hemos dicho en escritos anteriores, usan la excusa de que para vivir feliz y en paz, lo mejor es la ignorancia y la sumisión."

"Por el contrario, la educación y la valentía es el faro que ilumina el futuro de los pueblos, es la garantía de su bienestar, es el acoplamiento de intereses para construir ese enjambre ciudadano que convive en barrios y ciudades, donde sus residentes, cuidan de su entorno con esmero ejemplar, donde se palpa la satisfacción de pertenencia comunitaria."

Enlazando esta reflexiones nacidas del grave problema político que vive su país natal, Nicaragua, Alejandro José se va a otro de sus magníficos escritos en el cual coloca el amor como la virtud y el poder fundamental para construir el mundo mejor que todos deseamos. Así termina su reflexión, sin que nosotros podamos implicarnos en la lucha política que él sostiene con toda su energía y conocimiento, en la cual estamos naturalmente de completo acuerdo con sus principios? "la inteligencia, la buena voluntad, la comprensión entre los hombres y mujeres del mundo, en su vida profesional y pública, unidos todos por el ideal de servicio? Servir es mi vocación

"No hay duda que todo esto está basado en el amor, esa fuerza poderosa que debemos adoptar, ya que la verdadera felicidad es ver al prójimo feliz. Para lograr triunfar en la vida, hay que ser constante, perseverante, es por ello que insistimos que solo con educación y salud, lograremos derrotar el virus del mal."

Hermosa lección de este admirable personaje, muy apropiada para difundirla en este tormentoso fin de año político que tiene sobre ascuas a varios países del mundo, donde el reflejo de una triste historia que no se ha sabido manejar adecuadamente, ha colocado a los mismos en un disparadero con la amenaza del hambre, la carencia de recursos médicos, la delincuencia, y el secuestro total de la justicia y la democracia participativa. Algo ominoso que nunca creímos ver, y mucho menos sentir en carne propia como ahora tenemos la desgracia de tener que soportarle.

Gracias el arrollador empuje del movimiento del turismo mundial, ese fuerza generadora imparable que afortunadamente nos empuja hacia un mundo mejor, la ilusión y la esperanza persisten, aunque con grandes dificultades para ver operarse los cambios que necesitamos para de una vez para siempre sentirnos ciudadanos de un mundo civilizado donde impere la paz, la justicia y la razón, sin necesidad de esperar por la justicia divina que siempre llega.

* Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo. UNWTO. De las Naciones Unidas. ONU