El opositor Martin Fayulu aseguró hoy que ganó con un 61 % de los votos los comicios presidenciales celebrados el pasado 30 de diciembre en la República Democrática del Congo (RDC) y anunció que apelará ante la Corte Constitucional el escrutinio oficial, que da la victoria al candidato Félix Tshisekedi, hasta ahora también en la oposición.

"Estaremos en el Tribunal Constitucional mañana, sábado, para presentar una apelación", manifestó Fayulu ante cientos de seguidores en Kinshasa, una reunión que poco después fue dispersada por la Policía con gases lacrimógenos.

Según los datos de su coalición, Lamuka, ("Despierta", en lengua lingala, una de las principales de la RDC), Fayulu obtuvo el 61 % de los votos frente al 18 % del también opositor Tshisekedi, declarado ganador el 10 de enero por la Comisión Electoral Nacional Independiente (CENI).

De acuerdo con los resultados de la CENI, Tshisekedi se adjudicó el 38,57 % de los votos, seguido por Fayulu, con el 34,86 %; y en tercer lugar, por el considerado "delfín" del actual presidente de la RDC, Joseph Kabila, Emmanuel Shadary, con el 23,84 %.

"El que tiene razón no tiene miedo", afirmó hoy Fayulu, al afirmar que exigirá a la Corte Constitucional que haga públicas "las actas de escrutinio de cada mesa de votación" con el fin de aclarar las dudas en el recuento de votos.

"Los resultados están ahí. Que Corneille Nangaa (presidente de la CENI) nos traiga todos estos papeles", afirmó Fayulu, un antiguo empleado de la petrolera Exxon reconvertido en parlamentario y que partía como favorito en las encuestas previas a los comicios.

Fayulu no es el único disconforme con los datos publicados por la CENI, ente encargado de organizar y supervisar los comicios, pues la influyente Conferencia Episcopal Nacional del Congo (CENCO), aseguró ayer que sus cifras -recopiladas por más de 40.000 observadores- tampoco se correspondían con las oficiales, aunque no precisó si presentará recurso ante el alto tribunal.

La inesperada victoria de Tshisekedi, recibida por muchos congoleños con júbilo, ha provocado también protestas estudiantiles y manifestaciones en diferentes puntos del país, en las que más de una decena de personas han muerto por disparos de las fuerzas de seguridad, que usaron munición real para dispersar las manifestaciones.

La comunidad internacional acogió con cautela y precaución los resultados electorales y de momento el candidato ganador no ha recibido ningún mensaje de felicitación en tanto que sí se han enviado numerosas peticiones en favor de mantener la calma y garantizar la paz social.

La Unión Europea (UE) pidió hoy a la CENI que publique "las actas de escrutinio" de cada colegio electoral con el fin de apaciguar discrepancias, mientras que Estados Unidos manifestó que espera "una clarificación" al respecto.

"En este momento crítico para la transición democrática del país, es esencial que todos los actores políticos se abstengan de recurrir a la violencia", recordó la portavoz comunitaria de Exteriores, Maja Kocijancic.

Por su parte, el presidente de la CENI, Corneille Nangaa, compareció hoy por videoconferencia ante el Consejo de Seguridad de la ONU y advirtió de que solo existen dos opciones viables: "aceptar los resultados anunciados ayer o anular por completo las elecciones".

Los comicios del 30 de diciembre pusieron fin a dos años de atrasos e incertidumbre, desde que el presidente Kabila -en el poder los últimos 18 años- concluyera por ley su segundo y último mandato, y tras llevar anclado en el poder desde diciembre de 2016.

Un nuevo aplazamiento se produjo a finales de diciembre, con un cambio de fecha del 23 al día 30, y días después, la CENI pospuso los comicios hasta marzo de 2019 en los territorios de Beni y Butembo (noreste) y de Yumbi (oeste), por la epìdemia de ébola y la violencia étnica, respectivamente, lo que excluyó de la votación a más de un millón de electores.

Esta votación estuvo marcada por numerosos fallos técnicos y retrasos en la apertura de colegios en feudos de la oposición.

De materializarse el traspaso de poder, supondría la primera transición pacífica en la RDC -con una historia salpicada por golpes de Estado, asesinatos y guerras civiles- desde su independencia de Bélgica, en 1960.

"Seré el presidente de todos los congoleños, también de aquellos que no me votaron, pero no seré el presidente de una organización, de una tribu o de un partido", manifestó Tshisekedi tras ser proclamado ganador, en un intento de aunar a una nación dividida.