Mucho se ha escrito sobre el Balneario de Santa Cruz, una instalación creada para que los vecinos de la capital pudieran tener un espacio vinculado al mar en el ámbito de la antigua batería militar del Bufadero. Durante décadas, desde 1930, prestó un servicio impagable, dando la oportunidad a la ciudadanía de disfrutar de un lugar de ocio en donde generaciones de chicharreros se dieron la mano, aprendieron a nadar o fueron protagonistas de debates, de risas y fiestas o enfados en su interior.

Quien nunca estuvo allí, no entenderá la magnitud de las ideas que los más viejos suelen trasladar acerca de sus vivencias en el Balneario, las mismas personas que ven con dolor cómo su "club particular" se encuentra en estado de semiruina, abandonado y pendiente de un proyecto para rehabilitarlo... "Si es verdad que llegan a hacerlo, creo que nunca lo veré", dice José, habitual y veterano tertuliano de las mesas de Valleseco.

Lo cierto es que el abandono y los avatares por los que ha pasado la infraestructura durante estos años, con incendios en el interior incluidos (17 abril de 2018) han vuelto a encender, "nunca mejor dicho", el recuerdo de lo que en su día fue el punto de encuentro de los veranos santacruceros... Eso y el acuerdo institucional del pleno diciembre del Cabildo de Tenerife instando al Gobierno de Canarias, propietario de las instalaciones, a la recuperación y rehabilitación de todo su ámbito (solo los edificios están presupuestados en 2,6 millones de euros), ha vuelto a rescatar una reclamación de los principales colectivos vecinales del ámbito de Anaga.

El Balneario de Santa Cruz marcó la vida de miles de vecinos durante más de 50 años. Carlos, con 86 años y residente del barrio de la Alegría, recordó que "contaba con una playa con barquitos que la ampliación del puerto se comió. A partir de ahí dejaron el balneario poco a poco aislado para ser el único espacio en el que los pobres podíamos entrar o colarnos", recuerda con una sonrisa y mucha complicidad.

Fue en 1928 cuando el alcalde Santiago García Sanabria perfiló la construcción del balneario, acabando las obras dos años más tarde. A partir de 1930, se fue dotando de servicios y el paso del tiempo lo llevó a su cierre a mediados de los años 80 y, una década más tarde, solo quedaba abierta la zona de restaurante y una sala en donde se desarrollaban cursos de Cáritas.

"Viendo las fotografías y haciendo una comparación, el balneario ahora es una sombra de lo que fue, en donde cualquiera con cierta pericia puede entrar y prender fuego, como ocurrió la semana pasada, o tenerlas con las paredes o con todo el mobiliario inservible que hay en su interior. Todo a la espera de que cumplan las promesas y que la administración que sea rehabilite el edificio para darle un uso social, como mínimo", señala José, otro vecino de Cueva Bermeja, no tan mayor, pero que sí tiene el recuerdo de disfrutar del Balneario cuando era pequeño.

Ana María, de 69 años y residente en el Barrio de La Salud, reconoció que "significó mucho para los santacruceros, no solo para los menos pudientes, sino para todas las clases sociales", dijo.

¿Y en qué situación se encuentra en la actualidad el edificio? Pues si bien en un primer momento el área de Patrimonio del Ejecutivo canario había estimado que el proyecto de refuerzo de la estructura costaría algo más de un millón de euros, la conclusión de los estudios sobre las infraestructuras y los edificios elevaban la previsión a algo más de 2,6 millones, según la respuesta del área de Hacienda regional a una pregunta de diputados del PP acerca de cuándo se sacará a concurso la licitación de las obras.

Esa respuesta fue significativa porque desveló la necesidad de actuar en la estabilización de las fachadas del inmueble, así como de consolidación de la estructura.

En cualquier caso, los vecinos no olvidan y esperan volver a ver el Balneario abierto, pero con otra filosofía.

Visión de García Sanabria

La construcción del Balneario fue promocionada por el alcalde Santiago García Sanabria en 1927 con el objetivo de que los vecinos de cualquier condición pudieran acceder a unas instalaciones de baño y servicios. Al año siguiente comenzaron las obras, que concluyeron en una primera fase finalmente en 1930.

Obras terminadas

Los trabajos sufrieron distintos parones, hasta que en 1947 concluyen definitivamente, asumiendo su propiedad la antigua Delegación Provincial de los Sindicatos Verticales. En los años 60, la segunda parte del edificio pasó a llamarse Residencia Sindical José Miguel Delgado Rizo.

Apogeo del Balneario

Durante las décadas de los 50, 60 y 70, con el conjunto recreativo de playa, muelle y piscinas, el Balneario vivió los mejores momentos de su historia, aunque a finales de los 70 se inició su declive.

Declive imparable

Ese declive se prolongó en la década siguiente con unos servicios e instalaciones bastante degradadas, quedando a principios de los 80 los rescoldos de una época brillante. Finalmente se cierra en 1992, aunque se mantuvo abierta parte de la cafetería, cediéndole a Cáritas en 1999 un local para el desarrollo de talleres formativos.