"Nunca ha sido un camino fácil, pero sí muy satisfactorio". En esa frase habita la realidad sobre la que se han anclado los cimientos de un centro modélico, una institución que desde San Cristóbal de La Laguna ha sido capaz de atrapar la curiosidad de científicos e investigadores de los cinco continentes. La presencia del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) en los medios de comunicación siempre está asociada con lo que hace, no con lo que deja de hacer... Rafael Rebolo, su director, atiende la petición de EL DÍA para hablar de cuestiones vinculadas con su historia, gestión de recursos económicos, planes de futuro, cualificación de su personal... "Este centro sigue con el 20% menos del presupuesto que teníamos en 2007", lamenta su gestor en el arranque de una entrevista en la que inevitablemente se planifica un viaje imaginario a las montañas de Hawái. "Ese proyecto está definido, pero su construcción sigue en el aire por cuestiones que afectan al carácter sagrado de una montaña", precisa Rebolo.

Tener presencia en los medios de comunicación por noticias de perfil positivo debe ser muy gratificante, ¿no?

Somos un centro de investigación cuyo primer objetivo siempre es ampliar las fronteras del conocimiento humano... Por esa razón las noticias necesariamente tienen que ser buenas. No quisiera tener que informar jamás de un objeto que pudiera suponer una amenaza para la Tierra.

Sin crear ningún tipo de alarma innecesaria, ¿alguna vez vio cerca la posibilidad de tener que hacer un comunicado de ese perfil?

No. Alguna vez hemos seguido asteroides de un tamaño menor que pasaron entre la Tierra y la Luna, pero que no suponían ninguna amenaza. Contamos con un modesto programa de vigilancia, que nos gustaría que fuera algo más importante, conectado con otros sistemas de observatorios internacionales que complementan la información de esas posibles amenazas. Necesitamos mejorar en ese capítulo para detectar, no con días sino con meses de antelación, una aproximación que se pudiera ser desviada, deflectada sería el término correcto, con los medios de los que disponen las agencias espaciales.

Cuando habla de dotar de más medios, supongo que es inevitable hablar de ampliar los presupuestos destinados a la investigación. ¿Se han notado los años de crisis?

Sí, en todos los centros de investigación de este país. No solo en el IAC. Este centro sigue con el 20% menos del presupuesto que teníamos en 2007. Esa es la realidad. Ya han pasado diez años y seguimos en una situación de merma. Sobre todo, en los años de crisis, cuando los recortes llegaron al 30%. Aún no hemos recuperado los niveles de financiación destinados a la ciencia que había en los años 2007/2008. Aquellos parámetros nunca fueron buenos en España y, por lo tanto, estamos peor que hace una década y con la incertidumbre de no saber en qué escala de tiempo podremos recuperar lo que teníamos entonces... No hace falta que le comente que los países que no recortaron dinero a la ciencia durante la crisis nos llevan una gran ventaja.

En una semana en la que se ha hablado mucho de las cuentas estatales, no sé si ha tenido la oportunidad de revisar las partidas que se han destinado a la investigación en España. ¿La sensación es que no se ha dado un paso al frente?

Han subido ligeramente, aunque mucho menos de lo esperado. No podemos hablar ni de salto hacia delante, ni de una situación de cambio porque el incremento apreciable es muy modesto.

¿A pesar de esa parálisis presupuestaria, podemos afirmar que España es un país puntero en el campo de la investigación?

La buena reputación que se ha ganado España en el ámbito internacional está más asociada a los científicos que genera, no gracias a los medios que se ponen al alcance de los investigadores... Tampoco por las facilidades que proporciona el sistema nacional para desarrollar los proyectos. Los científicos españoles son bien recibidos en los centros internacionales en todas las ramas, pero otra evidencia es que esos mismos complejos son conocedores de que en este país no se están poniendo los medios necesarios para que trabajen aquí. Si lo queremos cuantificar de forma económica hay que decir que un profesional alemán está dotado actualmente de medios que superan tres veces los recursos de los que se disponen en España... Esa diferencia aumenta si nos comparamos con países como Japón o Estados Unidos. Eso lo deberíamos cambiar.

¿Moldear a un científico es un proceso lento y costoso que no siempre se valora en su justa medida?

No se valora porque es algo que debe comenzar a apreciarse en los niveles más inferiores del sistema educativo... Crear científicos al servicio de la sociedad es algo que nace en el interior de un niño. Agitar esa curiosidad es muy positivo a largo plazo. El sistema pedagógico debe cuidar y proteger esas vocaciones científicas. Las etapas en Primaria y Secundaria son un estímulo de cara a la actividad universitaria. Ahí es cuando realmente se empiezan a consolidar las investigaciones predoctorales y postdoctorales. Este es un camino largo. Sobre todo, en el periodo postdoctoral. Para saber si un profesional es válido o no se necesitan tres o cuatro años, cinco si usted quiere, no los diez o más que se agotan en España en plena madurez del investigador... Eso es una barbaridad. Los tiempos únicamente se puede acortar aumentando los recursos económicos y técnicos.

¿Seguimos "nutriendo" al resto del mundo de profesionales bien formados, o con la recuperación económica se frenó ese éxodo?

Sigue ocurriendo... Las universidades españolas aún continúan formando muy bien a sus alumnos. Los jóvenes que quieran formarse lo pueden hacer en este país, no con los mismos medios que existen en los laboratorios o centros especializados europeos y americanos, pero sí en cuanto al conocimiento de la materia que están asimilando. Las deficiencias se localizan en la parte práctica, no en la teórica. Los miles y miles de universitarios que se han tenido que buscar la vida en el extranjero no tienen peores conocimientos que los formados en centros de Alemania, Estados Unidos, Francia o Reino Unido. El sistema educativo español está a un nivel alto, pero no deja de ser cierto que es incapaz de absorber a esos universitarios.

Antes de analizar el día a día del IAC, hay una cuestión que vincula este centro con el Estado: ¿Tener un ministro que conoce sobre el terreno el espacio exterior es una ayuda?

Sí que lo es (ríe)... Tener un ministro integrado en la ciencia y la tecnología es un gran aval. Él conoce directamente lo que supone la alta formación y trabajar en los mejores espacios de investigación. Al margen de esas ventajas, un gestor debe rodearse de buenos asesores y tener capacidad para convencer a las administraciones que manejan las cuestiones financieras de que hay que invertir en el campo de la ciencia. Tan decisivo es contar con Pedro Duque al frente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades como asegurar la receptividad de los compañeros que están al frente de otros ministerios... No tengo ni una sola duda de que Duque es un hombre de ciencia, pero si las partidas no crecen, poco se puede investigar. Estoy convencido de que nuestro ministro traslada a diario a sus colegas la importancia de tener una buena ciencia.

De la misma manera que hace unos días brotó en la superficie lunar una semilla de algodón, ya muerta, en su día el Instituto de Astrofísica de Canarias supuso una explosión de vida para la ciencia que no ha parado de crecer. ¿Las expectativas de que se pudiera llegar a 2018 en estas circunstancias eran tan altas?

La trayectoria de este instituto, desde su creación por parte del profesor Francisco Sánchez ha sido imparable. También le digo que para adquirir la gran reputación que tenemos en el mundo hay que hacer un trabajo bien hecho. El IAC cuenta con grandes aliados en el mundo. Los desafíos son cada vez mayores, pero los hemos ido completando gracias al conocimiento y la dedicación de las personas que trabajan en el Instituto de Astrofísica de Canarias. Esa es la clave. También hemos sabido pelear con mucho brío contra todas las inclemencias del sistema en el que uno navega. Admito que ha sido un camino que no ha sido sencillo, pero sí muy satisfactorio... Impulsar lo novedoso no es nada fácil cuando te debes a un modelo de financiación que tiene tantos controles. Yo no estoy diciendo que no se hagan, pero esa fiscalización se podría ejercer a posteriori para no perder la posibilidad de cerrar una colaboración internacional. Hay que reformular esa vigilancia para que eso no cree más problemas que ventajas. El IAC es una excepcionalidad en España, pero lo ideal es acercarnos a las formas que se usan en Alemania o el Reino Unido, por citar un par de ejemplos que no están demasiado lejos, aunque solo sea en el plano geográfico.

Al margen de la puja por traer a Canarias el Gran Telescopio de 30 metros (TMT), que finalmente parece que se va a instalar en Hawái, ¿qué otros proyectos se han puesto a tiro en un periodo de tiempo relativamente corto?

Sí, podemos hablar de lo que ha ocurrido en este asunto... Lo que decidió la Corte Suprema de Hawái es que tenía el derecho de construir, que era algo que había sido cuestionado por el carácter de culto o sagrado de la montaña en la que se tiene que instalar el telescopio -la inversión anual en las Islas sería de unos 25 millones de euros-. Si el conflicto que existe con los nativos imposibilitara construirlo allí sería algo muy lamentable para la comunidad científica internacional. Lo normal es que esa resolución judicial abra un diálogo entre las partes en conflicto para que esa instalación se haga efectiva. Todas las creencias espirituales que existen en torno a una comunidad son respetables, pero tener un telescopio en esa cima no va a modificar sus conductas. Que acepten esta decisión de forma natural y no violenta está por ver, pero paralizar ese proyecto no es una buena noticia.

¿Desde el punto de vista científico a usted le resultaría incómodo pugnar por un proyecto que no se ha podido hacer en otro lado?

No supondría ninguna incomodidad. No puede serlo porque yo estoy a disposición de una ciencia que sirve a la humanidad. El conocimiento que se adquiere de la exploración del universo no se puede restringir a un grupo pequeño o a un lugar geográfico en particular. Si al final no resulta viable poder ubicar el TMT en Hawái, La Palma es una de las mejores opciones. Eso no me genera ningún tipo de incomodidad ante la posibilidad de que un arma tan poderosa para observar el espacio no se pudiera construir... Si allí no se hace porque choca de frente con personas que están dispuestas a dar su vida para que la montaña siga tal cual está hoy, el IAC debe luchar por contar con ese telescopio.

¿Hay otros frentes abiertos?

Existen varios proyectos que nos interesan, pero ninguno con la envergadura internacional del que se está discutiendo en estos momentos en Hawái. Hay colaboraciones externas en las que estamos participando gracias a los Fondos Europeos de Desarrollo Regional, porque nuestra única expansión en los últimos años se ha visto favorecida por unas partidas presupuestarias que nos han permitido abordar unas infraestructuras científicas vitales para un futuro más o menos inmediato: el proyecto Cherenkov está progresando y el del telescopio solar europeo se está diseñando y esperamos crear en Canarias un equipo científico para dirigirlo. No son alianzas tan monumentales como las del TMT, pero sí de gran importancia para el Instituto de Astrofísica de Canarias. Para que ocurra eso, el gobierno español tendrá que abrir una negociación con los 15 países que están participando en el desarrollo del telescopio solar. Nos hemos dado un plazo de un año, un año y medio, para que eso ocurra porque estamos hablando de otra gran conquista para el IAC. Igualmente, queremos construir un telescopio robótico que será el más grande de su generación en el mundo. Ahora mismo, acabamos de establecer una colaboración con el famoso MET (Instituto de Tecnología de Massachussets) para desarrollar un telescopio robótico de un metro. Hasta ahora solo teníamos con ellos una relación científica que a partir de estos momentos será tecnológica. Pasos como esos son muy valiosos para el IAC. Seguimos propiciando alianzas con las entidades más prestigiosas del mundo y uno de nuestros objetivos más próximos es consolidar esas colaboraciones con países tan tecnológicos como Japón. La internalización de este centro va razonablemente bien, porque tras consolidarnos en el marco europeo hemos ampliado nuestras fronteras hasta Estados Unidos, China, Canadá, Japón...

¿No sé si a usted se le "infla" un poco el pecho de orgullo cuando suena un teléfono y le confirman de manera oficial que han llegado un poquito más lejos de lo que se conocía hasta ese momento?

Afortunadamente, eso ocurre con cierta asiduidad en este instituto. El objetivo siempre es continuar en la red más puntera que existe dentro de la investigación. Hay razones de sobra para sentirse muy orgulloso de la labor que desarrolla el IAC. Todo los días ocurre algo que es capaz de traspasar nuestras fronteras y eso supone una inyección anímica para los equipos de investigación.