Hace unos días vi el un supermercado de una gran cadena: "tomates canarios, procedencia de Mallorca". La gente se estaba riendo y tuvo que venir un empleado a cambiar el cartel. No sabemos si los tomates eran de aquí, de Baleares o de Filipinas. Pero es verdad que no sabemos lo que comemos. ¿Pescado fresco? Congelado de África y de Groenlandia en el caso del bacalao.

Manzanas y peras de cámara frigorífica. ¿Papás del país? No, señores, papás del Reino Unido y de Israel. Ahora con el "brexit" no se de dónde las traerán. Los plátanos parece que sí son nuestros aunque siempre hay alguna banana. Carne de Brasil y Uruguay. ¿Merluza del Cantábrico? Anda ya? la pescan en el Golfo de Guinea. ¿Vino del país? La mitad del que sirven en restaurantes y guachinches es de Chile. Yo ahí me escapo. Mi padre, excelente agricultor, hace un buen tinto de Tacoronte Acentejo.

Y podríamos seguir. Casi todo viene de fuera. El cartel del súper solo vino a revelar la realidad. Nos cuelan productos de fuera como canarios. A algún trabajador se le olvidó quitar lo de abajo y eran tomates de Mallorca. Menos mal que siempre nos queda un buen escaldón con su cebolla encima y un puchero calentito. O una carne de cabra bien arreglada por Lucas en la cafeteria Royal, en La Laguna. Costillas con papas y piñas. Cómo sabe, ¿eh? ¿A que se apuntan?