Después de trece largos días, de intensos y encontrados sentimientos, de angustias y esperanzas, el pequeño Julen quedó en la historia envuelto en una ola de empatía y solidaridad que rompió todas las fronteras. Mientras descansa, para siempre niño, en un modesto cementerio malagueño, y la autoridad judicial investiga, las industrias de la tinta y el aire se ocupan ahora de las causas y efectos de un fatal accidente que, desde la hora cero, lanzó la alarma y la tristeza desde Totalán -municipio de mil habitantes al sur de la comarca de La Axarquía- a las cuatro puntas del país; y, luego, a los cascos del mundo globalizado que siguieron, minuto a minuto, las circunstancias de un heroico rescate con final duro y presagiado, pese a los medios humanos y tecnológicos desplazados hasta un secarral de grava y cuarcita y un pozo seco de más de cien metros de profundidad por donde cayó el crío de dos años en un domingo de enero.

La generosidad de los vecinos -que abandonaron todas sus obligaciones "para ayudar en lo que fuera", y dieron techo, comida y afecto a los miembros del amplísimo operativo- tuvo inmediata y eficaz correspondencia en las autoridades y fuerzas del orden, en las empresas civiles, en los especialistas en distintas disciplinas y, de modo especial, en el grupo Tedax de la Guardia Civil, y de una cuadrilla minera de Asturias que cumplieron con su heroico oficio cotidiano, esta vez bajo todos los focos y ante todos los ojos.

Salvo algunas excepciones de habituales casquerías que no descansan en su grosera búsqueda de audiencia y dinero, rápida, amplia y severamente criticadas en las redes sociales, los medios cubrieron con eficacia y asepsia las distintas fases de un suceso que mantuvo en vilo al país, que postergó las refriegas de los taxistas y las empresas y trabajadores VTC, las vísperas de una campaña electoral que, por lo que se ve y se imagina, se presume caliente, y los últimos episodios de la desgraciada Venezuela con el incompetente y deslenguado Maduro, que, sin decencia ni freno, pone muertos en las calles para mantenerse en el poder.

El pulso de la actualidad se impone; Julen es un referente dulce y útil, un inocente cuyo destino nos unió en la tristeza y nos recordó que nuestras mejores capacidades están ahí, aunque muchas veces tapadas por la prisa, el interés y el desencanto.